A Soderbergh le sobran condiciones para jugar en todos los campos. Sólo tiene un defecto que en este caso se la jugó por completo: ambición de ser el más listo de la clase caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Como le va bien y el público acude, después de esta película que a mí me pareció de lo más aburrida, hizo una tercera que no he visto.

Aquí la comedia es burda, el suspense nulo y abrumadora la acumulación de datos y elementos al servicio de un ritmo televisivo insoportable; sucesión superficial de secuencias cortas con mucha puesta en escena cada una, gran reparto que incluye sorpresas, pero todo deshilvanado con ínfulas de crear estilo.

Podría haber sido buena la mejor secuencia de la película pero la despilfarra. Me refiero a aquella en que una de las estrellas del generoso elenco debe aprovechar su parecido con un astro del cine. Pinta bien, arranca de manera ineresante, se desarrolla regular y la despilfarra por completo en un desenlace horrible.

Lo único destacable entre los actores es la belleza tan peculiar de Zeta Jones, pero no su trabajo, ya que, al intepretar a una mujer policía parece, en todo momento, que desfila para El Corte Inglés como artista invitada.