Okja presenta una historia entrañable que obliga a la reflexión. Centrada en el tema de la cría de animales para consumo, es capaz de mostrar la cara más cruel y desagradable, no sólo sobre esta cuestión, sino de la sociedad de consumo capitalista en su totalidad. Con una narración elegante, salvo en algunos puntos concretos del metraje, entretiene y da en qué pensar. A ello contribuyen en gran parte los personajes y sus intérpretes; por una parte encontramos una gran profundidad y dedicación en las figuras de MIJA y su abuelo, en cambio, todo lo contrario sucede con los personajes americanos, pues resultan simples, vanos y en exceso estereotipados, en especial el interpretado por GYLLENHAAL, el cual resulta ridículo y tedioso en la gran mayoría de sus apariciones. Por último, sobre el aspecto técnico y visual, solamente apuntar su corrección, sin ser algo extraordinario, reúne diversos buenos planos y alguna que otra animación respetable, aunque existe un gran margen de mejora y perfección en este aspecto.