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Voto de Baxter:
10
8,4
82.439
Comedia. Romance. Drama
C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
22 de diciembre de 2007
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder fue un artista a la hora de imaginar situaciones y estereotipos que llegasen a ser verosímiles al espectador. En casi todas sus películas, Wilder juega admirablemente con los espacios, con la magia del entorno, con lo prohibido y moralmente inaceptado, con los aspectos más lúdicos, sarcásticos e irónicos de las corrientes políticas del siglo XX, con las aspiraciones sociales de una generación, con el erotismo sutil... para crear universos complejos pero cercanos, mundos creíbles en donde desembarca a personajes llevados por la ambición o por su mala fortuna, dominados por la promiscuidad más natural o por sus desvelos emocionales, alcanzados por éxitos inimaginables o por sus miedos psicológicos a enfrentarse a un descorazonador fracaso social. Casi siempre utiliza la ironía, el sarcasmo, la retórica de la esencia del lenguaje cinematográfico, la opinión crítica que sobrevuela sobre ideas políticas, corrientes culturales y estructuras sociales, conceptos tan fatuos y marmóreos como irremediablemente ambiguos.
Wilder nos recuerda en sus películas que detrás de las aspiraciones utópicas y los principios altruistas siempre existen personas reales que son ajenas al compromiso deontológico, al heroísmo patriota, seres humanos que son extraños a la púrpura social y laboral: personajes en muchos casos pusilánimes, ambiciosos, codiciosos, expertos ladrones, endiosados ególatras, víctimas sociales y defraudadores. El gran director judío apuesta siempre por enseñarnos la realidad más cercana a los desheredados, a los débiles, a los aprovechados y cínicos embaucadores, a los erráticos viajantes por un mundo que les viene demasiado grande o demasiado pequeño, y aunque puedan parecer extremos utópicos, ellos no son más que el reflejo simbólico de la mayoría. Recordemos la histriónica pareja protagonista de Con faldas y a lo loco, el “rodríguez” de La tentación vive arriba, el patético aunque encantador gendarme de Irma la Dulce, el ingenuo periodista de En bandeja de plata, la romántica dependienta de una tienda de moda londinense en Avanti!...
Wilder nos recuerda en sus películas que detrás de las aspiraciones utópicas y los principios altruistas siempre existen personas reales que son ajenas al compromiso deontológico, al heroísmo patriota, seres humanos que son extraños a la púrpura social y laboral: personajes en muchos casos pusilánimes, ambiciosos, codiciosos, expertos ladrones, endiosados ególatras, víctimas sociales y defraudadores. El gran director judío apuesta siempre por enseñarnos la realidad más cercana a los desheredados, a los débiles, a los aprovechados y cínicos embaucadores, a los erráticos viajantes por un mundo que les viene demasiado grande o demasiado pequeño, y aunque puedan parecer extremos utópicos, ellos no son más que el reflejo simbólico de la mayoría. Recordemos la histriónica pareja protagonista de Con faldas y a lo loco, el “rodríguez” de La tentación vive arriba, el patético aunque encantador gendarme de Irma la Dulce, el ingenuo periodista de En bandeja de plata, la romántica dependienta de una tienda de moda londinense en Avanti!...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El apartamento nos cuenta un momento importante en la vida de un hombre débil víctima del abuso de un grupo de aprovechados. Un ácido retrato de la pragmática sociedad norteamericana y un emotivo y cálido homenaje a todos los débiles del mundo, a todos aquellos que no saben decir un “no” a tiempo.
Wilder recoge en cada escena imágenes del Manhattan de hace más de cuarenta años, y lo hace en un blanco y negro revelador, romántico, casi idealista; utiliza una melodía envolvente, discreta, sugerente, y la deja caer con suavidad entre los personajes y el espectador en las escenas más críticas de la película. En esa amalgama de grises plasma la realidad de su protagonista, y la enmarca en extraordinarias y sobrias vistas de “La Gran Manzana”. Un buen ejemplo de ello es la fiesta de Navidad de la compañía Consolidated, en donde el joven y ebrio asistente de dirección recién nombrado cae en las crueles e insospechadas consecuencias de su peligroso juego. La estética minimalista, repetitiva, insustancial y claustrofóbica de la vetusta y grotesca oficina contrasta con la panorámica consoladora de la visión de un majestuoso Manhattan, que se abre a sus espaldas como fiel testigo de su actuación pusilánime, castigándole con una revelación inesperada y la mirada perdida e inundada en lágrimas de su amada: la traicionada ascensorista Frank Kubelik, papel genialmente interpretado por una radiante Shirley McLaine.
Billy Wilder utiliza la cámara para expresarnos hasta el tuétano lo que le ocurre a la gente de verdad; ignora a los héroes para describirnos genuinos gestos y sentimientos con una destreza incalculable; te hace identificarte hasta el dolor con la protagonista, sentir sus propias emociones, comprender sus arrebatos, asumir su papel de mujer engañada y profundamente enamorada, participar de su visceral y fallido intento de suicidio, y compartir sus pensamientos.
Wilder recoge en cada escena imágenes del Manhattan de hace más de cuarenta años, y lo hace en un blanco y negro revelador, romántico, casi idealista; utiliza una melodía envolvente, discreta, sugerente, y la deja caer con suavidad entre los personajes y el espectador en las escenas más críticas de la película. En esa amalgama de grises plasma la realidad de su protagonista, y la enmarca en extraordinarias y sobrias vistas de “La Gran Manzana”. Un buen ejemplo de ello es la fiesta de Navidad de la compañía Consolidated, en donde el joven y ebrio asistente de dirección recién nombrado cae en las crueles e insospechadas consecuencias de su peligroso juego. La estética minimalista, repetitiva, insustancial y claustrofóbica de la vetusta y grotesca oficina contrasta con la panorámica consoladora de la visión de un majestuoso Manhattan, que se abre a sus espaldas como fiel testigo de su actuación pusilánime, castigándole con una revelación inesperada y la mirada perdida e inundada en lágrimas de su amada: la traicionada ascensorista Frank Kubelik, papel genialmente interpretado por una radiante Shirley McLaine.
Billy Wilder utiliza la cámara para expresarnos hasta el tuétano lo que le ocurre a la gente de verdad; ignora a los héroes para describirnos genuinos gestos y sentimientos con una destreza incalculable; te hace identificarte hasta el dolor con la protagonista, sentir sus propias emociones, comprender sus arrebatos, asumir su papel de mujer engañada y profundamente enamorada, participar de su visceral y fallido intento de suicidio, y compartir sus pensamientos.