Interesante adaptación del tebeo gordo titulado "Hombres que miran". También hay una película, pero los guionistas de la serie miran para otro lado y gritan "¿qué película?" si les preguntas, porque ellos son fans de los tebeos, pero fans de verdad, tanto que todo gira en torno al final del tebeo que la película (¿qué película?) decidió cambiar.

Y claro, los auténticos fans son personas complicadas y más listas que tú y que yo, las series son mejores que las películas y los tebeos no se llaman tebeos, jolín. Se llaman cultura en su máxima expresión y no puede adaptarse, hay que homenajearla y rendirle pleitesía. Así que no hay que conformarse con un producto de entretenimiento para las masas, hay que hacer lo que Coppola hizo con Conrad, joder.

Y te plantan todos los ingredientes necesarios, un trasfondo histórico terrible e injusto, una sociedad racista, conspiraciones, conspiraciones sobre las conspiraciones y una conspiración que conspira con las conspiraciones. Personajes profundos, con una historia detrás, seres sobrenaturales viables y héroes atormentados. Si hasta hay magníficos actores que hacen de cada secuencia un deleite (Jeremy Irons desbocado, excesivo, una especie de esperpento interpretativo hipnótico; y Jean Smart, el personaje mejor escrito de esta primera parte.

Pero hay algo de excesivo en cada secuencia, en cada trama, en cada giro inesperado de guión. Todo parece excesivamente milimetrado y la horrorosa banda sonora (esos teclados de órgano de Drácula ochentero, esa música clásica manida hasta la saciedad y esa selección aleatoria de temas de pop, jazz, rock seleccionadas por el contenido de sus letras para que coincidan a modo de chiste con lo que se está viendo en pantalla [mención especial al último capítulo donde lo hacen al menos con dos canciones y sí que logran la sonrisa]) no contribuye al conjunto.

Se abren, además, tramas secundarias que se olvidan por completo, personajes que aparecen y se vuelven irrelevantes (supongo que dará tiempo a recuperarlos en la segunda temporada) y algunos personajes dan bandazos o actúan de formas estafalarias a modo de presentación sin darle importancia.

En resumen, estamos ante una serie excesiva y prometedora, que alcanza la excelencia por momentos pero que estira demasiado el chicle y le explota en la cara aunque rápidamente saque otro más sabroso y con una burbuja aún más llamativa.

No puedo esperar a ver la segunda temporada y deleitarme de esos homenajes obvios al reloj y el smiley del Comediante con su gotica de sangre.