Si bien es una película en la que podemos identificar a Almodóvar sin lugar a dudas, incluye una dosis de terror puro que hace que al terminar de verla te levantes de la butaca con una sensación de total impresión y con el cuerpo ciertamente removido. Es una sensación nueva en el cine de Almodóvar, hay algo nuevo y como digo muy terrorífico. Estamos acostumbrados a asistir, entre otros asuntos, a desgracias, traumas y dramas en muchas de sus películas pero nunca me he llegado a impresionar tanto por lo que se muestra en esta película.
Esta es la historia de una venganza, fría, muy calculada y ejecutada hasta sus últimas consecuencias. Una trama que Almodóvar consigue mostrar perfectamente ordenada a pesar de las idas y venidas en el tiempo gracias a la claridad con que se presentan los personajes y a que son pocos los necesarios para presentar una historia muy completa.
Caben destacar dos grandes momentos en los que se presentan escenas de un muy buen humor que permiten al espectador relajar la tensión tipo thriller que mantiene casi en todo momento la película.
En cuanto a las actuaciones, destacable la de Antonio Banderas y Marisa Paredes y soberbia la de Elena Anaya, que transmite sensaciones muy difíciles de transmitir pero que lo consigue con notable éxito.