Un incidente inesperado irrumpe en la vida de una pareja estable y aparentemente sólida, que vive en la ciudad de Teherán y que ya está pensando en tener descendencia. También son actores amateurs que "casualmente" están representando "Muerte de un viajante" con todo el simbolismo que este hecho implica. A partir de este momento su relación se pone a prueba hasta el límite.
Asghar Farhadi se consolida como un maestro en la narración milimetrada de las relaciones humanas llenas de complejidad, dudas y excesivamente dependientes de las apariencias. Se repite el esquema de "Nader y Shimin, una separación" o "El pasado" donde a partir de una normalidad formal se introduce una pequeña sacudida que va tensando y poniendo auténticas trampas a una firmeza aparente. Una cualidad añadida del director y guionista es que nunca da respuestas rigurosas, todo son preguntas y situaciones con las que te puedes reconocer en un primer momento para estar indignado pasados unos minutos. Identificarse con algún personaje o señalar culpables es un juego peligroso que se te desmonta continuamente. Protagonistas interpretados de forma soberbia y llenos de imperfecciones que van añadiendo carga en su mochila de mentiras y autoengaños. Una mochila que se va cargando hasta un límite que ya no pueden arrastrar. La dignidad "viril" herida que se convierte en rabia y venganza, la obligación de aparentar ante los vecinos y la sociedad en general para seguir dentro de estereotipos definidos, la pesadez de la careta social que ni el mejor maquillaje puede tapar, la mentira piadosa que esconde una carga llena de miedos necesitados de una compañía que no llega, la dificultad de encontrar un verdadero perdón o todos los pequeños actos que desde lo más insignificante se convierten en trascendentes serían sólo algunos elementos que se consiguen transmitir dentro de esta coctelera de humanismo y emociones universales del cine que nos ocupa. Un impacto que merece la revisión atenta con la seguridad de que no decaerá.
Más de dos horas de una narración clásica de "presentación, nudo y desenlace" que a pesar de una peligrosa proximidad al teatro te deja un poso contundente y lleno de matices con el deseo expectante de ver la próxima peli de aquel "director que no se presentó a los Oscar" en señal de protesta. No nos quedamos con esta etiqueta, A. Farhadi es puro cine. (8/10)
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