Se acabó la mediocridad en la televisión, ha llegado Breaking Bad, el más claro ejemplo de la época de Oro de las series, referente al que nos referiremos cuando hablemos de este período.

A continuación la mezcla química para crear la mejor serie de la historia:

Nuevo México y sus paisajes desérticos, Albuquerque y sus aparentemente pacíficas calles, ayudan a crear una atmósfera de normalidad y tranquilidad con un subyacente peligro que te hace estar continuamente en tensión. La sensación de la ciudad como una fiera adormilada, de la que no puedes desprevenirte ni un momento, prevalece durante todo el visionado.

El plantel de actores es sencillamente espectacular:
- Bob Odenkirk da vida a uno de los personajes mas hilarante de la televisión reciente, un descomunal Saul Goodman que desborda la pantalla cuando aparece en escena.
- Jonathan Bakns (Michael Ehrmantraut), que aun teniendo relativamente poco tiempo en pantalla construye un personaje que bien podría tener su propia serie de televisión.
- Giancarlo Esposito (Gus Fring) interpreta al villano más meticuloso y calculador, que sorprende con todo lo que llega a expresar teniendo que interpretar a un personaje que se caracteriza por su opacidad en expresiones y nula expresión de sentimientos. Digno de galardón el terror que llega a inspirar con una sola mirada.
- Dean Norris, el ya oficialmente policía duro de la ficción, representando a Hank Schrader, la justicia personificada, uno de los personajes más ricos de la serie. Norris hace un gran trabajo, consiguiendo hacer evolucionar a su personaje mientras evoluciona nuestra empatía con él.
- RJ Mitte y Betsy Brand no destacan por la poca relevancia que tienen sus personajes, pero dan la talla dentro de lo que sus papeles les ofrecen.
- Anna Gun. Colosal y realmente complicado papel de la actriz dando vida a Skyler Withe, el personaje más odiado de la televisión. Su interpretación deja en el mejor de los lugares al sector femenino.
- Aaron Paul (Jesse Pinkman) tiene el que puede que sea el papel más difícil, pues es desde su punto de vista desde el que el espectador verá el transcurso de la historia, aunque el protagonista sea otro. Muy merecidos los Emmys que recibió por este trabajo.
- Bryan Cranston (Walter Withe) realiza la mejor actuación que haya visto nunca. Espectacular los sentimientos encontrados que brinda con un personaje tan complicado y con tantos grises.

En resumen podría decir que el trabajo excepcional se refleja en que todos consiguen con éxito reflejar la evolución, el cambio de sus personajes. Y es que de eso va la serie. Durante 5 temporadas somos testigos de una metamorfosis coral, como un grupo de arboles creciendo en el mismo espacio del terreno, empujándose y entremezclándose para seguir ascendiendo, influenciándose entre ellos y creando un demencial puzzle, una montaña rusa de la que hace participe al espectador en todos los aspectos y que acaba estallando en unas últimas temporadas de órdago.

La narración apuesta por la tranquilidad para disponer todas las piezas, no dejando lugar a las incoherencias o los agujeros en un guión sólido, con un principio, una trayectoria, y un desenlace marcados, algo de lo que adolecen la mayoría de las ficciones televisivas y que juega en favor de esta.

La historia cuenta a demás con el atractivo del realismo mezclado con la espectacularidad que necesita el medio cinematográfico. ¿Nunca os habéis preguntado que pasaría si un profesor de química cincuentón con cáncer se propusiese producir metanfetamina con un antiguo y problemático alumno? Pongo la mano en el fuego por algo parecido a lo mostrado en la serie (salvando la exageración que obedece al espectáculo).

La dirección de Vince Gilligan creará escuela y es el punto clave a la hora de valorar esta serie. Su ritmo narrativo, el uso de los colores, sus planos cargados de simbolismo (La mejor muestra de ello el capítulo Ozymandias) eleva lo que podría a ver sido calificado sobresaliente a una completa Obra Maestra.