Mal hecho por parte de la crítica el reventar esta película por el estreno de 'Tiburón' unos años antes. Y si, van de animales marinos. Y si, hay animales marinos. Por cierto, también hay agua, concretamente el mar.

La trama no es Moby Dick aunque siempre queda bien señalar parecidos para dar credibilidad a lo que dices. Obviamente cualquier cosa que se ha hecho sobre animales marinos enfadados bebe algo de Melville, igual que la contraparte humana bebe de Hemingway. De modo que a cualquier crítico se le puede ocurrir desprestigiar un trabajo por sus parecidos e inspiraciones, por muy vagas y lejanas que sean.

La película tiene un inicio magnífico, poniendo sobre la mesa la venganza de la orca hacia el pescador que mató a su familia. Sin embargo, el nudo suspende la trama, donde el protagonista se nihiliza y toma conciencia de lo que ha hecho y de lo que es. La película se pone en modo Sartre pero algo no funciona. No son las interpretaciones, que son estupendas: Richard Harris insistió en hacer sus escenas de acción por el desencanto que tuvo con su pareja, a quien se la vio con otro hombre. Después de meterle una paliza, Harris volvió al plató con ganas de comerse a la dichosa orca de forma casi literal.

Lo que falla es que sus tres actos parecen tres películas distintas. A ratos es un slasher con animal marino, a ratos una profunda reflexión sobre el yo siendo yo para el otro como yo negando mi propio yo. El caso es que, me parece a mi, la película se hubiera beneficiado de un metraje más extenso. De esta manera, podrían haber enlazado todo de forma menos abrupta y más orgánica.

Sin embargo, lo que al final queda es una película incomprendida y que deja cierto poso mientras la ves. Cínica y deprimente. Bella. Pero también disfuncional, con problemas de ritmo y cohesión.