Al principio parece que va a ser uno de tantos thrillers aburridos más de la lucha contra la corrupción, pero cambiando la política por los bancos.
Sin embargo, la historia se centra en la investigación pura y dura de este agente de la Interpol acerca de todos los asesinatos y conspiraciones que un poderosísimo banco va dejando por todo el mundo. El ritmo en el que se va descubriendo la trama hace que se mantenga el interés.
Y cuando parece en cierto momento que la cosa empieza a decaer, nos encontramos con una estupenda y muy bien dirigida escena de acción en pleno Guggenheim de Nueva York. Así que el film termina siendo bastante aceptable hasta su recta final en Estambul.
Nos viene a contar lo que todos sabemos: que los bancos son los que tienen el verdadero poder mundial, y muchos cometen delitos con total impunidad, gracias al poder del dinero. Siempre con la sombra de la conspiración, que desgraciadamente resulta bastante creíble hoy en día.
El tono argumental es un tanto frío al principio, pero según va avanzando y se le complican las cosas a Clive Owen, éste va ofreciendo mejores escenas a nivel de interpretación, pues demuestra la desesperación de luchar contra un gigante imbatible.
Naomi Watts no tiene un personaje aquí con el que se pueda lucir mucho. Además, sale bastante menos de lo esperado y deseado, pero ahí está.
Buena película, que termina siendo mejor de lo que parecía en principio.