Tengo que resistirme. La tentación de copiar y pegar mi crítica de la primera película es muy fuerte.
Y es que esta secuela es prácticamente igual a la anterior en todo. No hay nada ni mejor ni peor. Los creadores fueron sobre seguro, sin arriesgar. Hasta Lalo Schifrin repite en la banda sonora.
El único cambio sustancial es que ahora están en Hong Kong en vez de en Estados Unidos, así que ahora el extranjero es Carter.
Jackie Chan se luce en la escena del andamio de cañas de bambú, que da mucho juego para sus brincos y patadas.
También sale Roselyn Sánchez, una hermosa actriz de trayectoria poco destacable, que da algo de cancha para las bromas de Chris Tucker.
Y la verdad es que muy poco más se puede decir. Sigue a rajatabla el patrón de las "buddy movies" de policías, y de su primera parte, para bien o para mal.
No me extraña que esta trilogía tenga la misma nota media en sus entregas, porque, como dice Chris Tucker de los chinos, todas son iguales.