Un grupo de prisioneros de guerra en un campo japonés son utilizados como esclavos para construir una vía de tren.
En medio de este infierno, uno de ellos consigue darles esperanza a través de sus clases de filosofía.
Es el típico relato de drama humano, compañerismo y supervivencia en un entorno hostil que se cobraba vidas a diario.
La película no se recrea en exceso en la violencia y las penas (aunque las tiene), sino en los valores humanos. La guerra saca lo peor y lo mejor de nosotros, y en esta película nos lo vuelven a mostrar.
El mejor actor es Robert Carlyle. El británico puede con todas las películas que le echan, y consigue hacer una gran interpretación en algún momento dado, sea de lo que sea la temática de los films en donde interviene.
Sutherland también las pasa negras e interpreta bien su papel.
Con todo, se nota que no andaban muy sobrados de presupuestos. Los aviones se nota que son dibujados, y esto queda fatal.
Otro fallo es que en España creo que no se estrenó en cines, con lo cual tuvo una distribución menor que implica que su doblaje no es demasiado bueno. Pero de esto no tienen la culpa quienes la hayan hecho. Además, la traducción del título es infame.
Un buen drama no apto para espectadores de lágrima fácil, aunque lejos de entrar en la élite del cine bélico.