Drama familiar en el que Catherine Keener (a la que odiaremos bastante) es una aparente buena madre de familia numerosa que acoge a otras dos hermanas a las que sus padres no pueden cuidar.
Se ve que empieza en un juicio y van contando los hechos, con lo cual pronto se sospecha que la vida de esta familia no fue idílica precisamente.
Podría haber sido un típico telefilm dramático, pero los actores y la realización se encargan bien de que no lo sea. Principalmente está la buena labor de la talentosa Ellen Page, como protagonista y sufridora. Es una buena actriz que lo demuestra en todo lo que hace.
Las escenas más intensas pueden llegar a ser desagradables. Por contra, cuando tiene escenas de relleno, consigue distraernos lo suficiente como para que uno no se aburra. Saben rellenar los tiempos muertos adecuadamente para que el ritmo no decaiga demasiado. A esto contribuye su corta duración.
Un buen drama quizás no apto para estómagos sensibles. Obviamente no es gore, pero a veces la violencia psicológica puede doler tanto como la física. Da un poco de mal rollo.