Si Katsuhiro Otomo ya hizo una obra maestra animada del “cyberpunk” con “Akira”, con esta película realiza otra con ambientación “steampunk”. Realmente, igual no podemos catalogarla así, pues no se excede demasiado con el futurismo victoriano, pero tampoco nos muestra algo que pudiera ser real en la segunda mitad del siglo XIX.
La película es una maravilla en todos los aspectos posibles. Desde una animación realista y cuidada, siempre en las clásicas dos dimensiones, hasta la creación de un mundo muy bien diseñado y lleno de detalles, pasando por unos personajes muy interesantes y el eterno debate ético del desarrollo industrial.
El argumento, además, está lleno de aventuras y emoción.
En una Inglaterra con la revolución industrial de fondo, el protagonista es un chico prodigio en el manejo de la maquinaria de vapor, que descubre una gran conspiración en su familia y eso le hace vivir toda una aventura.
El film es bello en lo visual, cargado de detalles que denotan un trabajo ingente. Al mismo tiempo, es entretenido y muy interesante, con un contexto que no suele verse en la animación japonesa. Y por si todo eso no fuera bastante, se entiende por completo, cosa que no podemos decir de “Akira”.
Simplemente, una joya más de Otomo. Es una pena que este hombre no se prodigue más, claro que viendo el resultado de sus obras, no me extraña que tarde tantos años entre trabajo y trabajo.