Ya hace mucho tiempo que no podemos asociar el terror español a la palabra bodrio, pero la desastrosa “La influencia” echó a perder la buena racha, así que uno no sabe si se va a encontrar algo parecido a eso o a las mucho mejores “Verónica”, “El orfanato” o “Rec”.
Afortunadamente, la película cumple, si no con creces, al menos de forma bastante aceptable.
Entre lo bueno, tenemos una ambientación estupenda. Mucho han tenido aquí que tirar de tiendas de anticuario o del estudio de “Cuéntame”, porque nos traslada perfectamente a la España de la transición con los vestuarios, mobiliario, coches y demás. Desconozco hasta qué punto será fiel con el caso real en el que creo que se basa, pero que sea en los 70 cobra sentido cuando se ve entera. No habría sido lo mismo si se desarrollara en el siglo XXI. Así, además, el estilo antiguo de la casa da todavía más miedo.
Entre las mejores secuencias, una relacionada con una televisión en blanco y negro, y otra con un juguete de pizarra de esas que se borraban. Lo del tendedero (igual que el que tenía mi abuela en su casa) también me parece original. Sin embargo, al guion también parece costarle trabajo ser creativo en otros momentos, pues podemos ver escenas parecidas a otras ya vistas en “Poltergeist”, “Expediente Warren”, “It capítulo 2” o “Insidious 2”. Pero entiendo que es muy difícil innovar en el subgénero de fantasmas, que tan explotado está ya.
Entre lo malo, alguna que otra mala actuación, especialmente la del padre de familia y la del tipo con bigote que les enseña la casa. Menos mal que sale poco, porque da la sensación de estar leyendo sus frases de manera forzada. Pero también tenemos a Concha Velasco de secundaria para compensarlo. Y el niño y su hermana (auténtica protagonista del film) compensan la actuación de los que hacen de sus padres.
Una película que continúa el buen camino marcado en el terror patrio, sabiendo hacer las cosas bien. No es espectacular, pero tampoco mala. Y asusta alguna que otra vez, así que han cumplido. ¡Cuidado con Clara!