Esta serie es absolutamente transgesora y políticamente incorrecta.
Se atreven a poner de protagonista a un asesino en serie bueno que solamente mata a quien realmente se lo merece para poder calmar su instinto criminal. No escatima ni en violencia ni en lenguaje soez ni en escenas de sexo.
A lo largo de sus ocho temporadas da tiempo de conocer bien al personaje, de manera que no solo llegamos a entender su comportamiento, sino que nos caerá bastante bien.
Los episodios son de 50 minutos o más, con lo cual la serie termina siendo bastante larga y completa.
Los personajes secundarios son bastante importantes, en especial Debra, la hermanastra de Dexter estupendamente interpretada por Jennifer Carpenter. Batista y Masuka son dos policías bastante simpáticos compañeros del departamento de policía de Miami donde trabajan los hermanos Morgan. También caen bastante bien.
En cada temporada Dexter tiene que localizar a un asesino malvado, metiéndose en su mente para darle caza.
Y por supuesto no faltan las subtramas en las que Dexter está a punto de ser pillado.
La intriga, la emoción y el suspense no faltan nunca. También hay tiempo para relaciones amorosas y drama. La verdad es que hay un poco de todo.
Michael C. Hall borda su papel. Casi siempre está serio y no muestra emociones, como todo psicópata que se precie, pero eso no quita que su interpretación sea magistral. Y cuando pierde el control y da rienda suelta a su "oscuro pasajero", realmente el actor está muy creíble.
Posee también esta serie algunos de los finales de temporada más impactantes que he podido ver, al nivel de "Perdidos".
Solamente flojea un poquito a nivel general en la última temporada, donde el argumento divaga sobre sí mismo y ya no tiene la fuerza emocional de los comienzos de la serie. Una fórmula que llega a agotarse por su dilatación en el tiempo. Esto es una cosa normal y que se la puedo perdonar.
Una de las mejores series de los últimos años. Sin la más mínima duda.