Es una de las películas clave del subgénero de periodismo de guerra, que junto con "El año que vivimos peligrosamente", entre otras, sentó las bases de la crítica social de los conflictos más olvidados del siglo XX.
Joffé es un gran narrador de drama, y aquí lo demuestra claramente una vez más.
El protagonista, al que no recuerdo (sin tirar de internet) haberle visto en ninguna otra película aparte de esta, actúa realmente bien. Pero el amigo camboyano también tiene mucho peso, acaparando incluso el protagonismo en la recta final del film.
La historia de Sydney es un viaje interior, en el que pasa de ser un frío periodista ávido de sensacionalismo a un decente ser humano al que la crueldad de la guerra no puede dejar indiferente.
También es una historia de amistad bajo las peores circunstancias.
La violencia, en este caso, es necesario para la historia, y en su momento tuvo que ser bastante impresionante para el público. Es cierto que hoy en día hemos visto cosas muchísimo más fuertes en el cine e incluso en las noticias de televisión, pero en 1984 todavía no se hacían de forma usual films tan crudos como este. Lo cual le aporta intensidad y emoción dramática.
Una cosa que me ha llamado muchísimo la atención es que el director acompasa el estilo narrativo con los sentimientos de los protagonistas. Al principio, son impasibles y solo quieren captar la noticia más fuerte para su trabajo. En este tramo la película parece un documental.
Después, los personajes han cambiado, se emocionan y actúan en consecuencia con lo que están viviendo, sufriendo los horrores de la guerra. Ahí el film se vuelve también emotivo, se empatiza con ellos y la forma de la realización cambia adaptándose y transmitiendo lo que los personajes están padeciendo (sobre todo Dith Pran, claro).
La guinda la pone la banda sonora de Mike Oldfield. Algunos temas son un tanto peculiares, pero es buena música, no cabe duda.
Como curiosidad, esta película demuestra científicamente que, antaño, John Malkovich..... ¡tuvo pelo!