Una obra desinhibida, procaz y nihilista. Todos estos términos y más de este estilo retrocool es lo que representa Bob Esponja, inmortal producción que va dirigida abiertamente al público infantil pero que también deja algunos gramitos de diversión para los adultos. Pero están tan concentrados estos gramos que hay que saber apreciarlos.
Sí. Para entender Bob Esponja hay que apreciar el espíritu que lo gobierna. Y ese espíritu es el de una felicidad extrema, llena de optimismo a raudales que va en una sola dirección: divertir a los pequeños de la casa. Para lograrlo, el padre de la criatura Stephen Hillenburg logra crear un mundo colorido donde el absurdo está a la orden del día. En este aspecto, esta nueva película dirigida por Paul Tibbitt, asiduo en los episodios de la serie, no pierde un ápice del espíritu inicial del creador y aporta una historia loca y digna del personaje, ideal para los pequeños y para los más mayores que crecieron viendo las aventuras del positivo Bob Esponja y todos sus singulares amigos y enemigos.
En este caso, la película cuenta con un buen apartado técnico y da el salto a las 3D mezcladas en un mundo de acción real. Aquí hallamos la presencia de un villano Antonio Banderas (El Guerrero Número 13) que se ve muy suelto en la piel de un pirata muy alocado.
En definitiva, es una película infantil digna, que no traiciona el espíritu nihilista de la serie y que cuenta con escenas, digamos, aportadas por la imaginación de una persona que ha tenido tratos con la dulce maría previamente. Es decir, que la marihuana ha rondado el estudio de creación de los guionistas.