Agrio y efectista cuento sobre una princesa caída en desgracia. Más o menos este sería el resumen más apropiado para definir esta otra gran película de Woody Allen (Granujas de Medio Pelo) que para esta ocasión idea una trama sobre el contraste evidente entre la alta sociedad neoyorquina y la clase obrera de San Francisco, ambos mundos representados por una excelsa Cate Blanchett (La Comunidad del Anillo) y por una Sally Hawkins (La Forma del Agua) que demuestra aquí, de nuevo, que es una de las mejores actrices de la década.
Jugando a dos bandas con ambas actrices, Allen nos muestra una historia narrada entre el presente y el pasado. Con un estilo clasista diferencia el pasado dorado de la protagonista Blanchett entre joyas y bolsos de Vuitton, mansiones elegantes y fiestas de sociedad para ganar apariencia: en resumen, un pasado mejor que el presente oscuro al que hace frente. En la actualidad sitúa toda la acción en la San Francisco humilde, contrastando el trato estirado de las gentes ricas de Nueva York con los sencillos obreros y acogedores que se encuentra Jasmine alrededor de su hermana (Hawkins). Aquí sabe representar Allen con genialidad la lucha de clases, la dificultad de mejorar en la sociedad, la sencillez de la vida humilde y ante todo la amistad verdadera. Fortalece así al personaje humilde de Hawkins como el auténtico respaldo para la estirada rica que pierde todo y a la que demuestra que hay más cosas en la vida aparte del dinero.
Como película demuestra ser completa, una estupenda mezcla entre drama y comedia, con críticas a todos los niveles sociales pero sobre todo a la alta sociedad y sus falsos ademanes de buenismo, una aproximación comedida a la depresión, pero a la vez a la alegría de vivir. A las dos magníficas interpretaciones de sus actrices principales hay que añadir el buen trabajo de los secundarios como Alec Baldwin (Siempre Alice) en un rol de granuja maduro que está acostumbrado a hacer o un estupendo Bobby Cannavale (Vinyl) como genuino tipo currante. Aquí hago un inciso para alabar la figura de Allen como director: logra sacar lo mejor de Cannavale si lo comparamos con su actuación (mediocre) en la película Adultos a la Fuerza. En asuntos como este, se ve la buena mano de los directores para aprovechar a sus actores, y Woody Allen sabe cómo manejarlos.
Blue Jasmine es una película recomendada, tanto por lo que enseña como por los momentos de debilidad o desesperación, pero también sabe moverse como pez en el agua en el cinismo, la alegría y ondular con facilidad pasmosa entre el drama y la comedia con un estilo sutil. Tal y como sólo sabe hacer su director y guionista.