Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Francisco Orrico:
7
Drama Ivan Locke (Tom Hardy) es un prestigioso capataz de grandes obras que ha tenido que trabajar muy duro para alcanzar su sueño: llevar una buena vida, con un buen trabajo y una familia que le quiere. Sin embargo, un día, en la víspera de su encargo más importante, recibe una llamada que le empuja a tomar una decisión que quizás eche toda su vida por tierra. Desde ese momento tendrá que emprender una peligrosa huida a contrarreloj. (FILMAFFINITY) [+]
31 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Hardy es una bestia interpretativa. Consigue el acento que se le antoja, sorprendiendo cada vez más su increíble cambio de registro apoyado en el instinto innato que posee para ser de piedra y de cristal al mismo tiempo. Es lo más parecido que hemos tenido a Marlon Brando pero, ¿puede un solo actor maquillar una interesante aunque fallida propuesta fílmica?

Steven Knigth escribe y dirige la historia de Ivan Locke (Tom Hardy), un capataz de obra que ve como su vida da un giro de 360 grados a lomos de su BMW cuando decide hacer lo correcto a pesar del desmoronamiento propio. Y es que, nos encontramos ante una cinta de 90 minutos exclusivamente entre un coche y una autopista. La propuesta es francamente interesante y su guion es muy preciso a la hora de distribuir su carga emocional. No es casual que el personaje de Ivan Locke sea un experto en la cimentación, siendo esta la base que hace sujetar las estructuras de los edificios y que a la par, sea su vida sentimental y profesional la que se esté derrumbando.

La trama se desenvuelve entre llamadas telefónicas y luces de autopista. Cualquiera que haya viajado solo de noche sabe que, muchas veces, el retrovisor se convierte en un confesionario de reflexiones. Hay por tanto un doble camino: el físico (el propio coche y la carretera) y el emocional. Estos se bifurcan en un plano clave representado por una desviación en la carretera por obras, es una decisión de una dirección tanto física como emocional. Knigth maneja de manera muy efectiva este tipo de metáforas pero, sin embargo, se echa de menos un clímax final acorde al cóctel de emociones que hemos recorrido y no un final solvente sin más.

Locke es una mirada interior al compromiso, un intento de romper con el destino, una forja personal del hombre sobre los acontecimientos. Una lástima su final prematuro y conformista.

www.cenitalynadir.es
Francisco Orrico
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow