Cinco minutos después de ver “Enter the void” intento escribir algo coherente acerca de este film. Tras presenciar una orgía visual llena de luces de neón, planos en primera persona, un festival completo de planos cenitales, todo ello adornado con planos secuencias sin fin desde el cielo de Tokio y una banda sonora que actúa como ruido de fondo no se qué pensar.
La estética visual del film es impactante, una gran trabajo de fotográfica que inunda constantemente la pantalla y que se estrella contra la retina del espectador. Esto es indiscutible.
La historia no atrapa desde el principio, se desinfla con superfluos viajes alucinógenos que duran seis minutos igual que el efecto del DTM que se mete Oscar nada más empezar. El viaje para Oscar acaba mal, y asistimos durante casi dos horas a su deambular por el cielo de Tokio en un peregrinaje caótico donde se mezclan los sentimientos de Oscar y su hermana como un mal viaje de ácido convertido en una pesadilla después de morir.
Estamos ante una película muy arriesgada, que apasiona o se detesta. En mi caso reconozco que me ha enganchado, pero por momentos también me ha aburrido, pasando factura su excesivo metraje. Visualmente es impactante, narrativamente es soporífera en muchos momentos.
De todas formas es una cinta que merece ser vista simplemente por el gusto de ver algo nuevo, original y diferente. En este caso, el Sr. Noe vuelve a abusar de la violencia, en este caso es una violencia que va a atacar directamente a nuestros sentidos en un brutal impacto visual que no va a dejar indiferente a nadie.