"¡Ave, César!" es una retahíla de secuencias sin ninguna cohesión más allá del cine como telón de fondo. Tal estructura convierte al film en una montaña rusa constante, de picos considerables y valles igualmente prominentes, en el que hay tramas que sí y tramas que no, y escenas que sí y escenas que no.

Curiosamente, las escenas satisfactorias son aquellas más visuales y menos serias, aquellas en las que no importa lo que venía antes ni lo que vendrá después, hecho que nos recuerda que estamos ante algo más propio de Saturday Night Live que de una película al uso; mientras que los momentos típicamente coenianos, tales como peroratas inacabables y absurdeces llevadas al extremo, son tan cansinas como siempre.

El reparto es atractivo por la cantidad de gentes que aparecen, pero la mayoría de actores siguen sin gustarme. Ni Brolin, a pesar de un personaje magnífico, ni mucho menos el pelma de Clooney. Tampoco el resto de secundarios que no son más que un puñado de cursis pedantes venerados por el esnobismo reinante en Hollywood (Swinton, Johansson, Fiennes). Oye, cuanto más raros, mejor. Sólo salvo de la quema a Alden Ehrenreich y a la mujer/cuñada de los directores, que se deja caer para hacerles un favor.

En términos personales, no soy amigo de los Coen. Todo lo contrario. Nada de lo que he visto suyo me ha gustado. Ni "Fargo", ni "El gran Lebowski" ni "No es país para viejos", y quizás es esta que nos ocupa la primera que no me desagrada de forma ostensible.