"American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace" es una buena serie, que duda cabe, pero tiene algún que otro error. No es lo mejor de Ryan Murphy, la superan "Feud" y muchas de las temporadas de "AHS", pero pese a eso, mantiene el encanto y la preciosidad visual a la que nos tiene acostumbrados Murphy, así como su irregularidad y sus excesivos saltos en el tiempo.

Andrew Cunanan es el centro de la serie. Un acierto. Es un personaje suficientemente complejo, curioso y oscuro como para sostener todo el peso. Darren Criss realiza un magnífico trabajo, tanto interpretando al Cunanan encantador, sensual y persuasivo como al perturbado, cruel y desesperado. Sus "romances" con esos hombres mayores y la manera de conquistarlos me parecieron muy interesantes, mostrándonos a un ser calculador y sin escrúpulos, también en lo que respecta al amor.

Junto a él, tenemos a Penélope Cruz, que brilla con luz propia y nos deleita con su talento interpretativo, a pesar de aparecer en contadas escenas, y a Joanna P. Adler, que construye al personaje más entrañable de la historia, apaleada física y mentalmente por casi todos. Judith Light, Mike Farrell y Annaleigh Ashford también hacen un buen trabajo, por contra, tanto las interpretaciones de Edgar Ramirez y Ricky Martin como sus personajes son pobres, aburridas y pesadas. Finn Wittrock, al que confeso admiración, aquí aparece demasiado encorsetado y no destaca como esperaba de él.

Los saltos en el tiempo, tan exagerados e intercalados, hacen que pierda el hilo en varias ocasiones. "ACS: Versace", a pesar de ellos, nos cuenta una gran historia de supervivencia, trastorno y soledad, probablemente causados por ese infame padre -y peor esposo-, que le encumbró hasta lo más alto -sentimentalmente hablando- para después dejarlo tirado. ¡Qué ser! ¡Qué asco y qué pena sentí en aquel episodio!

"Andrew sólo busca ser visto", frase dicha por Ronnie, es la definición exacta de Cunanan y de lo que hemos visto en la segunda temporada de "American Crime Story".