Sin ser yo muy de realities, pues los veo formatos acartonados por naturaleza y que pocas veces dan nada más que nadería, "Sálvese quien pueda" triunfa al poseer, en sus protagonistas, a unos seres mordazmente espontáneos, indómitos y ligeramente desequilibrados, tan estrafalarios que solo pueden ser reales, a cuyas personalidades se les suma el bagaje que todos comparten. Y que todos, quién más, quién menos, conocemos.

Y es ahí dónde hallan el éxito. Es en sus interacciones, en los comentarios por lo bajini, en sus gestos y en, al término, sus explosiones de sinceridad cuando el reality se vuelve verdaderamente real. Y da lo mismo que todas y cada una de sus experiencias se sepan preparadas, cocinadas y más que premeditadas, pues ellos las vuelven reales (especialmente cuando se suben al autocar y aquello parece una jodida excursión de escolares).

¿Alguien duda de que la Patiño no sea una intensa de narices? ¿O de que Kiko Hernández cuele a producción el tíquet de una mísera botella de agua? ¿O de que Lydia se quede afónica al segundo día de tanto reír y llorar? ¿O de que Terelu sea una diva venida a menos? ¿O de que Sandoval sea reo de un pasado que le atormenta? ¿O de que Matamoros vea a sus compañeros desde fuera, incluso desde un púlpito, y se dedique a repartir estopa sin ser consciente -o sí- de que eso le convierte en el más genuino de todos?

Te podrán gustar más o menos, caerte mejor o peor, pero es innegable que aquí hay petróleo. Lo hubo durante catorce años en un programa considerado de corazón que era, de todo, menos eso. Más bien se trataba de una especie de reunión de Tarados Anónimos, de viejos conocidos, de gentes de aquí y de allá, reconocibles y también excesivos, que hablaban de la Pantoja porque de algo tenían que hablar, pero que todos, los espectadores los primeros, lo que realmente querían saber era cómo había sido el fin de semana de Lydia, cómo se llevaban Belén y Terelu detrás de cámaras o cuándo narices, los Kikos, iban a meterse con Chelo por mudita. Por cierto, el mote le va que ni pintado.

Contenido rosa aparte, "Sálvame" fue un milagro muy fácil de despreciar y muy difícil de hacer, y también de defender, pues si no te parabas diez minutos a darles una oportunidad era imposible aceptar semejante barullo. Pero si lo hacías, veías en ellos un pesebre curioso, uno que Netflix tuvo la inteligencia de valorar y el arrojo de fichar. A propósito, el solo hecho de que la empresa audiovisual más importante del mundo contratase a unos simples colaboradores de televisión y los elevase a la categoría de estrellas ya debería, como mínimo, merecerles algún respeto. Viéndolos, merecen todo nuestro cariño.

Espero sinceramente que, en estos tiempos en los que la televisión generalista es un cementerio, "Sálvese quien pueda" tenga más temporadas. A poder ser, menos producidas (y si pudiesen fumar en pantalla, dado que todos son fumadores y esto es un reality, mejor que mejor), pues ellos solitos ya tiran del carro. Les pones alcohol y un "yo nunca" o un barco y un cocodrilo y ya te lo hacen todo, no hace falta llevarlos a programas americanos ni meter a El Puma con calzador. Y a los escépticos les digo que si, a mi, que soy un purista de narices que aborrezco Marvel y que creo que la trilogía de "El padrino" es lo mejor del mundo mundial, estos tipos me han divertido enormemente, a cualquiera pueden hacerlo.

PD: personalmente, me quedo con lo traumas que es Sandoval, con la mala leche de Kiko H, con la bondad de Patiño y, sobre todo, con Matamoros y Lydia, ambos completamente brillantes.