Tener que morir en una película tan hueca, esa es la verdadera venganza, creo. Lo que no comprendo es por qué tenemos que padecerla nosotros, almas cándidas que sólo llegaban aquí por recomendación de tantos (supuestos) entendidos en cine. En el supuestos debe estar la clave.

Que sí, que de cine, Tarantino sabe mucho. Sabe tanto que no sabe, no sé si me explico. Si quería demostrarnos su cultura cinematográfica, pues un gomet verde para él. Pero que nos deje en paz. En "Kill Bill. Vol 1" no veo película, ni personajes. No veo más que fuegos artificiales. Para una noche de verano, los fuegos artificiales están requetebién, pero para una tarde de sábado se quedan en una tomadura de pelo. Especialmente pasados los primeros diez minutos, momento en el que ves que te has metido en un charco curioso.

No sé si a mi (ya para siempre) amigo Bill le matan porque no la terminé. Obvio. Y nunca lo sabré porque no veré la segunda parte. Más obvio aún. Valoro el poderío de Quentin Tarantino tras las cámaras y admiro sus ideas, pero que se busque a otro para llevarlas a cabo. Alguien que sepa darle cuerpo a semejante puñado de genialidades. Que las hay. Sólo los títulos de crédito ya son una lección pero, como he dicho, para construir una historia necesitas algo más.