"Identidad borrada" es sólo una muestra más de que la religión es la mayor secta del mundo. La más extendida y la más disimulada, lo que también la convierte en la más peligrosa. La película, sin ser extraordinaria, da con la tecla adecuada para mantenerte atento con una mezcla de tensión, pena, asco e indignación.

Lucas Hedges vuelve a mostrarse como una de las mayores promesas de Hollywood realizando una actuación sobria y elegante, dejando entrever la inquietud que sufre por su condición sexual y el sufrimiento que soporta porque le hayan tocado los padres que le han tocado. Unos padres que tampoco son unos demonios, lo que engrandece el conjunto, ya que ese hubiese sido el camino más fácil y publicitario. Un padre que no comprende y una madre que tampoco comprende pero su amor es más grande. El del padre posiblemente también, pero aún no lo sabe.

Tanto Russell Crowe, y esas insondables miradas, como Nicole Kidman, y ese instinto de leona protectora con su cachorro, están impecables. A destacar también Troye Sivan, que posee la línea de diálogo más interesante y reveladora del film: "finge y te dejarán en paz".

En el ámbito técnico, "Identidad borrada" también brilla. La fotografía, el vestuario, el montaje... Todo es notable. Todo suma. Estamos ante una película para disfrutar, pese a todo. Estamos ante una película que ayuda a que el mundo sea un lugar mejor.