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Voto de Miquel:
9
7,6
29.330
Romance. Comedia. Fantástico
Estados Unidos, Gran Depresión. Mientras Cecilia trabaja como camarera en Nueva Jersey, su marido se dedica a hacer el vago. Su única distracción es el cine, al que va una y otra vez para evadirse de la dura realidad y soñar con un mundo de champagne, trajes de noche y fiestas elegantes. Una noche, el protagonista de su película favorita, "La rosa púrpura de El Cairo", se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla. (FILMAFFINITY) [+]
1 de enero de 2012
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 14 de los realizados por Woody Allen. Escrito y dirigido por él, se rueda en escenarios reales de New Jersey y NY, con un presupuesto estimado (IMDb) de 15 millones de USD. Es nominado a un Oscar (guión original), gana un Globo de oro (guión original), se hace con el premio Fipresci de Cannes (W. Allen) y obtiene 2 premios Bafta (película y guión original). Producido por Robert Greenhut para Orion Pictures, se proyecta por primera vez en público el 1-III-1985 (NYC, NY).
La acción dramática tiene lugar en una pequeña localidad de New Jersey a lo largo de unos pocos días de uno de los primeros años 30, durante la Gran Depresión. Son los protagonistas Cecilia (Farrow), una joven tímida, frágil, apocada, inmadura, soñadora y distraída, que trabaja como camarera en un establecimiento de comidas y bebidas de la localidad. Maltratada por el marido y por la vida, encuentra en el cine de barrio más próximo (Cine Jewell) el medio de evasión y entretenimiento que necesita. Está casada con Monk (Aiello), rudo, simple, holgazán, borracho, mujeriego, maltratador, machista e infiel, sin trabajo y sin ningún interés por encontrarlo. Tom Baxter (Daniels), héroe de película, poeta, aventurero y explorador, es apuesto, seductor e idealista. Gil Shepherd (Daniels), actor de cine, es vanidoso, presumido, cínico y poco inteligente. Reside y trabaja en Hollywood.
La película, que suma comedia, fantasía y romance, desarrolla una enternecedora parábola sobre los sueños, las relaciones entre realidad y ficción, la trascendencia del cine, la interacción entre actores, productores, realizadores y guionistas con el público, la capacidad de seducción y ensoñación del cine, la magia del cine, las entrañables salas de cine de barrio, las tres sesiones diarias, etc. Propone, además, una reflexión sobre la fantasía y la ilusión, sobre la fuerza de la ficción para trasmitir conocimientos, superar frustraciones, provocar sentimientos positivos y desarrollar afanes de resistencia y superación. Sobre todo, funciona como un tributo al cine y a sus poderes. Desarrolla una bonita fábula sobre la vida, el amor, los sueños, la ilusión y la esperanza. Constituye un tributo de simpatía y admiración destinado al público de todos los tiempos (el de antes y el de ahora), simbolizado en Cecilia y encarnado por ella.
La narración se desarrolla con fluidez y pulcritud, mediante unos diálogos bien construidos e ingeniosos y haciendo uso de la figura del enfrentamiento de contrarios o contrapuestos, como la realidad y la ficción, el mundo de Hollywood y el de una pequeña población de New Jersey, la honradez de la chica y los abusos del marido, el cine y los juegos insulsos con los que se entretienen en la calle los gandules del pueblo, el pretendiente de ficción y el real, etc. La obra consigue en su momento un notable éxito de público y de crítica.
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La acción dramática tiene lugar en una pequeña localidad de New Jersey a lo largo de unos pocos días de uno de los primeros años 30, durante la Gran Depresión. Son los protagonistas Cecilia (Farrow), una joven tímida, frágil, apocada, inmadura, soñadora y distraída, que trabaja como camarera en un establecimiento de comidas y bebidas de la localidad. Maltratada por el marido y por la vida, encuentra en el cine de barrio más próximo (Cine Jewell) el medio de evasión y entretenimiento que necesita. Está casada con Monk (Aiello), rudo, simple, holgazán, borracho, mujeriego, maltratador, machista e infiel, sin trabajo y sin ningún interés por encontrarlo. Tom Baxter (Daniels), héroe de película, poeta, aventurero y explorador, es apuesto, seductor e idealista. Gil Shepherd (Daniels), actor de cine, es vanidoso, presumido, cínico y poco inteligente. Reside y trabaja en Hollywood.
La película, que suma comedia, fantasía y romance, desarrolla una enternecedora parábola sobre los sueños, las relaciones entre realidad y ficción, la trascendencia del cine, la interacción entre actores, productores, realizadores y guionistas con el público, la capacidad de seducción y ensoñación del cine, la magia del cine, las entrañables salas de cine de barrio, las tres sesiones diarias, etc. Propone, además, una reflexión sobre la fantasía y la ilusión, sobre la fuerza de la ficción para trasmitir conocimientos, superar frustraciones, provocar sentimientos positivos y desarrollar afanes de resistencia y superación. Sobre todo, funciona como un tributo al cine y a sus poderes. Desarrolla una bonita fábula sobre la vida, el amor, los sueños, la ilusión y la esperanza. Constituye un tributo de simpatía y admiración destinado al público de todos los tiempos (el de antes y el de ahora), simbolizado en Cecilia y encarnado por ella.
La narración se desarrolla con fluidez y pulcritud, mediante unos diálogos bien construidos e ingeniosos y haciendo uso de la figura del enfrentamiento de contrarios o contrapuestos, como la realidad y la ficción, el mundo de Hollywood y el de una pequeña población de New Jersey, la honradez de la chica y los abusos del marido, el cine y los juegos insulsos con los que se entretienen en la calle los gandules del pueblo, el pretendiente de ficción y el real, etc. La obra consigue en su momento un notable éxito de público y de crítica.
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Parte de un guión elaborado con imaginación, tesón y talento, que combina humor, ironía, nostalgia y gracia. El humor aprovecha la desubicación de los personajes de ficción en el mundo real y de los personajes reales en el mundo de ficción, los contrastes y las fricciones que se dan entre realidad y fantasía, la ironía con la que se presentan los personajes y actores de Hollywood, las limitaciones de los héroes de celuloide, la combinación esporádica de ternura y caos, la mediocridad y fatuidad que envuelve a las estrellas de Hollywood, las conversaciones absurdas entre los personajes de la pantalla y los del patio de butacas, las diferencias de opinión y de reacciones de los dos personajes encarnados por el mismo Shepherd y otros elementos hilarantes propios del film. Por lo demás, se burla de la codicia, el egoísmo, los despistes, las distracciones, la ingenuidad, el estrés, el machismo, el autoritarismo y las extravagancias.
El realizador esboza más que dibuja situaciones e incidencias. Consecuentemente deja en el aire numerosas preguntas. Entre ellas la que trata de averiguar si es más real lo que soñamos o lo que vivimos, la que se plantea por qué las personas reales se resisten tanto a soñar, etc. Llevado de su profunda cinefilia, el realizador no solo compone una obra de cine dentro del cine, sino que además dedica citas y guiños de simpatía a films anteriores, como “El moderno Sherlock Holmes” (Keaton 1924), “Las campanas de Santa María” (McCarey 1945) y “Las noches de Cabíria” (Fellini 1957). Reproduce fotogramas de “Sombrero de copa” (Sandrich 1935).
La banda sonora, original del pianista Dick Hyman, colaborador habitual del autor, compone pasajes de jazz, presenta una canción original (“One Day at a Time”) y cortes líricos de piano solo, que interpreta el propio Hyman acompañado de trompeta (Miles Davis), trombón (Urbie Green) y cuerno (Romeo Penque). El leitmotiv viene dado por el tema de amor “Cecilia’s Choice”. Añade dos canciones ajenas sumamente románticas (“Cheek to Cheek”, de Irving Berlin, y “I Love My Baby, My Baby Love Me”, de Harry Warren). La fotografía, de Gordon Willis (“Annie Hall”, “Manhattan”…), en color (deluxe) y B/N, reitera sus preferencias por las luces dispersas y ocres o doradas, que en esta ocasión son manejadas con gran delicadeza y suavidad. Resulta impactante el plano sostenido que se ofrece del rostro de Cecilia.
Film enternecedor, interesante y divertido, que emociona y convence. Para muchos es una de las mejores películas de Woody Allen.
Parte de un guión elaborado con imaginación, tesón y talento, que combina humor, ironía, nostalgia y gracia. El humor aprovecha la desubicación de los personajes de ficción en el mundo real y de los personajes reales en el mundo de ficción, los contrastes y las fricciones que se dan entre realidad y fantasía, la ironía con la que se presentan los personajes y actores de Hollywood, las limitaciones de los héroes de celuloide, la combinación esporádica de ternura y caos, la mediocridad y fatuidad que envuelve a las estrellas de Hollywood, las conversaciones absurdas entre los personajes de la pantalla y los del patio de butacas, las diferencias de opinión y de reacciones de los dos personajes encarnados por el mismo Shepherd y otros elementos hilarantes propios del film. Por lo demás, se burla de la codicia, el egoísmo, los despistes, las distracciones, la ingenuidad, el estrés, el machismo, el autoritarismo y las extravagancias.
El realizador esboza más que dibuja situaciones e incidencias. Consecuentemente deja en el aire numerosas preguntas. Entre ellas la que trata de averiguar si es más real lo que soñamos o lo que vivimos, la que se plantea por qué las personas reales se resisten tanto a soñar, etc. Llevado de su profunda cinefilia, el realizador no solo compone una obra de cine dentro del cine, sino que además dedica citas y guiños de simpatía a films anteriores, como “El moderno Sherlock Holmes” (Keaton 1924), “Las campanas de Santa María” (McCarey 1945) y “Las noches de Cabíria” (Fellini 1957). Reproduce fotogramas de “Sombrero de copa” (Sandrich 1935).
La banda sonora, original del pianista Dick Hyman, colaborador habitual del autor, compone pasajes de jazz, presenta una canción original (“One Day at a Time”) y cortes líricos de piano solo, que interpreta el propio Hyman acompañado de trompeta (Miles Davis), trombón (Urbie Green) y cuerno (Romeo Penque). El leitmotiv viene dado por el tema de amor “Cecilia’s Choice”. Añade dos canciones ajenas sumamente románticas (“Cheek to Cheek”, de Irving Berlin, y “I Love My Baby, My Baby Love Me”, de Harry Warren). La fotografía, de Gordon Willis (“Annie Hall”, “Manhattan”…), en color (deluxe) y B/N, reitera sus preferencias por las luces dispersas y ocres o doradas, que en esta ocasión son manejadas con gran delicadeza y suavidad. Resulta impactante el plano sostenido que se ofrece del rostro de Cecilia.
Film enternecedor, interesante y divertido, que emociona y convence. Para muchos es una de las mejores películas de Woody Allen.