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Western. Comedia
Año 1883. Un grupo de condenados ingresa en la prisión federal de Arizona. Entre ellos está Paris Pitman (Kirk Douglas), un hombre que ha enterrado un botín de medio millón de dólares en el desierto y vive con la obsesión de fugarse para recuperarlos. Con este fin trata de convencer a varios presos para que lo secunden y, al mismo tiempo, intenta ganarse la confianza del nuevo alcaide (Henry Fonda). (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2009
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Único western de Joseph L. Makiewicz (1909-1993). El guión es original de David Newman y Robert Benton (“Bonnie y Clyde”, Penn, 1967). Se rueda en escenarios reales de Joshua Trees (CA) y La Joya (NM), en escenarios construidos para el rodaje (la prisión de Yuma costó 300.000 USD) y luego eliminados y en platós de los Warner Studios (Burbank, CA). Producido por Joseph L. Mankiewicz para Warner y Seven Arts, se proyecta por primera vez en público el 19-IX-1970 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en el territorio de Arizona y en el Penal Federal de Yuma (Arizona) (situado en pleno desierto), en 1883. El estado de Arizona no se constituyó hasta el 14-II-1912. Paris Pitman Jr. (Douglas) al frente de un grupo de asaltantes toma la casa del rico hacendado Sr. Lomax y se apodera de los billetes que guarda en la caja fuerte (500.000 USD). Tras eliminar a sus compañeros de asalto, guarda el botín en un nido entre rocas de serpientes de cascabel (1). Descubierto en un burdel, es juzgado y condenado a pena de prisión. Junto con otros condenados (Cyrus, Dudley, Coy, Floyd y Ah-Ping) es conducido al penal de Yuma, en el que rigen unas duras condiciones de vida bajo las órdenes de un alcaide muy partidario de los castigos físicos, los trabajos forzados, las celdas de aislamiento y el trato inhumano. El alcaide es asesinado poco después y sustituido por Woodward Lopeman (Fonda), que encarna la reforma penitenciaria y rechaza el trato inhumano. Encarna la rectitud, el trato justo, el respeto a la ley y el rechazo de la arbitrariedad. Es astuto e inteligente.
El film suma western, comedia y farsa. Como western es una obra singular, atípica, sarcástica, de la época en la que el género había entrado en su etapa crepuscular. Desarrolla un humor ácido, crítico y corrosivo, con toques de humor negro, de intensidad y fuerza demoledoras. Se ha dicho que es una de las películas más anómalas y críticas del género (western) y del propio Mankiewicz. Los planos de presentación del film, precisos y vigorosos, ponen de manifiesto desde distintos puntos de vista el arraigo y la extensión de la falsedad y la mentira, la arbitrariedad y el despropósito en el comportamiento humano. Cyril (Randolph), falso predicador, conmueve a los fieles con mentiras que impresionan para sacarles dinero del bolsillo. El sheriff más justo amenaza caprichosamente a una prostituta, mientras en la misma calle un ladrón asalta a varias personas. Paris Pitman es descubierto en un burdel por el Sr. Lomax, el bondadoso padre de familia víctima del atraco, que es un “voyeur”. De modo similar presenta el ambiente de delincuencia que rige en el interior del penal y el imperio de la codicia que en él mueve las relaciones personales. La vida en la prisión está dominada por la hipocresía, la falsedad de los sentimientos y la mentira. La codicia, el egoísmo y la corrupción son los únicos valores que inspiran la conducta de los penados y de sus guardianes (2).
(Sigue sin “spoilers”)
La acción dramática tiene lugar en el territorio de Arizona y en el Penal Federal de Yuma (Arizona) (situado en pleno desierto), en 1883. El estado de Arizona no se constituyó hasta el 14-II-1912. Paris Pitman Jr. (Douglas) al frente de un grupo de asaltantes toma la casa del rico hacendado Sr. Lomax y se apodera de los billetes que guarda en la caja fuerte (500.000 USD). Tras eliminar a sus compañeros de asalto, guarda el botín en un nido entre rocas de serpientes de cascabel (1). Descubierto en un burdel, es juzgado y condenado a pena de prisión. Junto con otros condenados (Cyrus, Dudley, Coy, Floyd y Ah-Ping) es conducido al penal de Yuma, en el que rigen unas duras condiciones de vida bajo las órdenes de un alcaide muy partidario de los castigos físicos, los trabajos forzados, las celdas de aislamiento y el trato inhumano. El alcaide es asesinado poco después y sustituido por Woodward Lopeman (Fonda), que encarna la reforma penitenciaria y rechaza el trato inhumano. Encarna la rectitud, el trato justo, el respeto a la ley y el rechazo de la arbitrariedad. Es astuto e inteligente.
El film suma western, comedia y farsa. Como western es una obra singular, atípica, sarcástica, de la época en la que el género había entrado en su etapa crepuscular. Desarrolla un humor ácido, crítico y corrosivo, con toques de humor negro, de intensidad y fuerza demoledoras. Se ha dicho que es una de las películas más anómalas y críticas del género (western) y del propio Mankiewicz. Los planos de presentación del film, precisos y vigorosos, ponen de manifiesto desde distintos puntos de vista el arraigo y la extensión de la falsedad y la mentira, la arbitrariedad y el despropósito en el comportamiento humano. Cyril (Randolph), falso predicador, conmueve a los fieles con mentiras que impresionan para sacarles dinero del bolsillo. El sheriff más justo amenaza caprichosamente a una prostituta, mientras en la misma calle un ladrón asalta a varias personas. Paris Pitman es descubierto en un burdel por el Sr. Lomax, el bondadoso padre de familia víctima del atraco, que es un “voyeur”. De modo similar presenta el ambiente de delincuencia que rige en el interior del penal y el imperio de la codicia que en él mueve las relaciones personales. La vida en la prisión está dominada por la hipocresía, la falsedad de los sentimientos y la mentira. La codicia, el egoísmo y la corrupción son los únicos valores que inspiran la conducta de los penados y de sus guardianes (2).
(Sigue sin “spoilers”)
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Por lo demás, tras el telón de lo que se ve abiertamente, se mueve el duelo de altos vuelos entre Paris y el alcalde Lopeman. La guerra entre ellos es disimulada, se presenta cubierta de telas de seda, pero es dura e inmisericorde. Los dos aspiran a lo mismo: recuperar/conseguir el botín escondido entre rocas. Es una lucha de inteligencia a inteligencia, de intuición contra intuición, de anticipación contra persecución, de certeza contra certeza. El juego que se establece guarda semejanzas con el que juegan en “La huella” (1972), último film de Mankiewicz, los dos protagonistas: Andrew Wyke (Olivier) y Milo Tindle (Caine) (3).
El desarrollo de la acción glosa temas que forman parte de las concepciones que caracterizan el ideario del realizador. Explora con acidez y pesimismo la condición del género humano. Glosa el poder superior del dinero y su fuerza de seducción. Establece la preeminencia de la inteligencia sobre la fuerza bruta y la importancia del ingenio, la habilidad, la comprensión abstracta, la deducción, etc. Afirma la inmoralidad esencial del ser humano y su visión nihilista y desesperanzada del mundo y de la Humanidad. Expone los trazos básicos de sus concepciones de siempre, que en esta ocasión explica con la fuerza de un sarcasmo más desolador que nunca.
La productora impone algunos cortes. Varios de ellos corresponden a la eliminación de las secuencias finales del “striptease” en marcha de la maestra, Srta. Jessie Brundidge (Rhoades). Los planos eliminados añadían al erotismo del caso indicaciones peyorativas sobre la inmoralidad de los iconos éticos de la sociedad.
La banda sonora, de Charles Strouse (“Bonnie y Clyde”), criticada por algunos, reúne un conjunto de cortes que acompañan y subrayan, con acierto y eficacia, la causticidad y la ironía iconoclasta de la acción. Las melodías son lúdicas, irónicas y críticas. Añade una bonita balada, “There Was a Crooked Man”, interpretada por Trini López. La fotografía, de Harry Stradling Jr. (“Pequeño gran hombre”, Penn, 1970), en scope y color (technicolor), ofrece imágenes realistas y veristas, que conmueven e impresionan, pese a la carga sonora e irónica que las acompaña. Hace un uso sutil y hábil del humor visual (toma de la casa de Lomax durante la bendición de la mesa). Sugiere mediante imágenes la corrupción de las autoridades de la presidencia del banquete (Gobernador federal). Se beneficia de una magnífica escenografía (4).
(1) Augusto M. TORRES, “El día de los tramposos”, ‘Diccionario Mundial’, pág. 259, Espasa Ed., Madrid 2006.
(2) Ramón FREIXAS, “El día de los tramposos”, ‘Dirigido por’, noviembre, 2001.
(3) Quim CASAS, “El día de los tramposos”, ‘Películas clave del western’, pág. 193-195, Robinbook Ed., Barcelona, 2007.
(4) Gabriele LUCCI, “El día de los tramposos”, ‘Western” (traducción al español), págs. 298-299, Random Mondadori Ed., Barcelona, 2005.
El desarrollo de la acción glosa temas que forman parte de las concepciones que caracterizan el ideario del realizador. Explora con acidez y pesimismo la condición del género humano. Glosa el poder superior del dinero y su fuerza de seducción. Establece la preeminencia de la inteligencia sobre la fuerza bruta y la importancia del ingenio, la habilidad, la comprensión abstracta, la deducción, etc. Afirma la inmoralidad esencial del ser humano y su visión nihilista y desesperanzada del mundo y de la Humanidad. Expone los trazos básicos de sus concepciones de siempre, que en esta ocasión explica con la fuerza de un sarcasmo más desolador que nunca.
La productora impone algunos cortes. Varios de ellos corresponden a la eliminación de las secuencias finales del “striptease” en marcha de la maestra, Srta. Jessie Brundidge (Rhoades). Los planos eliminados añadían al erotismo del caso indicaciones peyorativas sobre la inmoralidad de los iconos éticos de la sociedad.
La banda sonora, de Charles Strouse (“Bonnie y Clyde”), criticada por algunos, reúne un conjunto de cortes que acompañan y subrayan, con acierto y eficacia, la causticidad y la ironía iconoclasta de la acción. Las melodías son lúdicas, irónicas y críticas. Añade una bonita balada, “There Was a Crooked Man”, interpretada por Trini López. La fotografía, de Harry Stradling Jr. (“Pequeño gran hombre”, Penn, 1970), en scope y color (technicolor), ofrece imágenes realistas y veristas, que conmueven e impresionan, pese a la carga sonora e irónica que las acompaña. Hace un uso sutil y hábil del humor visual (toma de la casa de Lomax durante la bendición de la mesa). Sugiere mediante imágenes la corrupción de las autoridades de la presidencia del banquete (Gobernador federal). Se beneficia de una magnífica escenografía (4).
(1) Augusto M. TORRES, “El día de los tramposos”, ‘Diccionario Mundial’, pág. 259, Espasa Ed., Madrid 2006.
(2) Ramón FREIXAS, “El día de los tramposos”, ‘Dirigido por’, noviembre, 2001.
(3) Quim CASAS, “El día de los tramposos”, ‘Películas clave del western’, pág. 193-195, Robinbook Ed., Barcelona, 2007.
(4) Gabriele LUCCI, “El día de los tramposos”, ‘Western” (traducción al español), págs. 298-299, Random Mondadori Ed., Barcelona, 2005.