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Voto de Miquel:
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Drama
Fiel adaptación para el cine de la obra homónima de Shakespeare. Terminada la guerra civil entre César y Pompeyo (49-46 a. C.), César se convierte en dictador vitalicio y concentra en su persona todos los poderes, lo cual implica, de hecho, la desaparición de la República. En el año 44 a. C., Casio y Bruto, dos nobles romanos defensores a ultranza de las libertades republicanas, encabezan una conjura contra el dictador, que es asesinado ... [+]
24 de septiembre de 2008
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer drama histórico de los dos que realiza Joseph L. Mankiewicz. Escrito por él, adapta con notable fidelidad el texto de la tragedia “Julius Caesar” (1599), de W. Shakespeare, basada en textos de Plutarco. Se rueda en escenarios naturales de las Cuevas Branson e Iverson Ranch (L.A., CA) y en los platós de MGM Studios (Hollywood, CA). Nominado a 5 Oscar, gana uno (dirección artística). Producido por John Houseman (“Cautivos del mal”, Minnelli, 1952) para MGM, se estrena el 4-VI-1953 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Roma y Filipos (Macedonia oriental) entre los años 44 y 42 aC. Julio César muere del 15/III del 44 aC, el segundo triunvirato se constituye el 43 aC y la batalla final de Filipos se produce el 23/X del 42 aC. Tras su victoria sobre Pompeyo (46 aC), César acumula casi todo el poder en Roma con el apoyo de sus partidarios (los cesaristas), entre los que se cuenta Marco Antonio (Brando). El senador Cayo Casio (Gielgud), movido por oscuras intenciones, se erige en líder de un grupo de conspiradores del que forman parte, entre otros, Casca (O’Brien) y Metelo Cimber (Powers). A última hora se une a ellos Bruto (Mason), hijo adoptivo de César. Casio encarna la envidia y el resentimiento. Antonio representa la ambigüedad y la falsedad. Bruto es íntegro, honesto, ingenuo y manipulable. César personifica la suma de poder y autoridad.
El guión no busca rigor histórico, sino la adaptación del texto de Shakespeare, que incluye personajes históricos y de ficción, hechos ciertos e imaginarios, amalgamados en una dramatización puesta al servicio del teatro. La obra explora las pasiones humanas que se mueven alrededor del poder, como la ambición, la venganza, la crueldad, la codicia, la vanidad. Explora además los mecanismos de la traición, la lealtad, la simulación, el engaño. Analiza las pasiones humanas que se movilizan sobre todo en el ámbito de las relaciones privadas interpersonales, como la envidia, los celos, el resentimiento, las antipatías, las rivalidades. Estudia los comportamientos de personajes colectivos (pueblo, Senado, conjurados...) e individuales (Casio, Antonio...).
El film construye las situaciones como una suma compleja de cuestiones privadas y públicas, que se cruzan, enlazan e interactúan. Estudia, además, las tareas de manipulación, tergiversación, ocultación y distorsión que se dan asociadas a la consecución y a la conservación del poder. Enfrenta dos maneras distintas de entender el poder público: como una monarquía absoluta (César) o como una República dominada por una nobleza dividida y enfrentada por la consecución de cargos públicos. Los esquemas de Mankiewicz responden a los de Shakespeare, ferviente partidario de la reina Elizabeth I. Muestra la fragilidad del poder, incluso del poder absoluto, sometido siempre a la presión inmisericorde de las ambiciones de oponentes, resentidos y enemigos.
La acción dramática tiene lugar en Roma y Filipos (Macedonia oriental) entre los años 44 y 42 aC. Julio César muere del 15/III del 44 aC, el segundo triunvirato se constituye el 43 aC y la batalla final de Filipos se produce el 23/X del 42 aC. Tras su victoria sobre Pompeyo (46 aC), César acumula casi todo el poder en Roma con el apoyo de sus partidarios (los cesaristas), entre los que se cuenta Marco Antonio (Brando). El senador Cayo Casio (Gielgud), movido por oscuras intenciones, se erige en líder de un grupo de conspiradores del que forman parte, entre otros, Casca (O’Brien) y Metelo Cimber (Powers). A última hora se une a ellos Bruto (Mason), hijo adoptivo de César. Casio encarna la envidia y el resentimiento. Antonio representa la ambigüedad y la falsedad. Bruto es íntegro, honesto, ingenuo y manipulable. César personifica la suma de poder y autoridad.
El guión no busca rigor histórico, sino la adaptación del texto de Shakespeare, que incluye personajes históricos y de ficción, hechos ciertos e imaginarios, amalgamados en una dramatización puesta al servicio del teatro. La obra explora las pasiones humanas que se mueven alrededor del poder, como la ambición, la venganza, la crueldad, la codicia, la vanidad. Explora además los mecanismos de la traición, la lealtad, la simulación, el engaño. Analiza las pasiones humanas que se movilizan sobre todo en el ámbito de las relaciones privadas interpersonales, como la envidia, los celos, el resentimiento, las antipatías, las rivalidades. Estudia los comportamientos de personajes colectivos (pueblo, Senado, conjurados...) e individuales (Casio, Antonio...).
El film construye las situaciones como una suma compleja de cuestiones privadas y públicas, que se cruzan, enlazan e interactúan. Estudia, además, las tareas de manipulación, tergiversación, ocultación y distorsión que se dan asociadas a la consecución y a la conservación del poder. Enfrenta dos maneras distintas de entender el poder público: como una monarquía absoluta (César) o como una República dominada por una nobleza dividida y enfrentada por la consecución de cargos públicos. Los esquemas de Mankiewicz responden a los de Shakespeare, ferviente partidario de la reina Elizabeth I. Muestra la fragilidad del poder, incluso del poder absoluto, sometido siempre a la presión inmisericorde de las ambiciones de oponentes, resentidos y enemigos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La narración se apoya en unos monólogos y diálogos elaborados con pericia y brillantez, unas imágenes explicativas y escrutadoras de excelente composición, una ambientación ajustada, sobria y atractiva, una banda sonora que amplía la visión de las secuencias y el uso de premoniciones y augurios, como el aviso del visionario ciego, el sueño de Calpurnia (Garson) y el tiempo tempestuoso de la noche del 14 al 15 de marzo. A ello se unen las interpretaciones de un gran elenco de actores y actrices, como Brando, Gielgud, Mason, O’Brien, Garson, Kerr, Calhern, etc. Es un trabajo de actores en el que las actrices cumplen funciones complementarias.
No se clasifican los grupos en conflicto (“cesaristas” y “republicanos”) en buenos y malos y su lucha no representa el enfrentamiento entre el bien y el mal. Constituyen el ámbito en el que se desarrolla un drama humano. En este sentido apunta que el ejercicio del poder tiene sus propias reglas y que cuando el poder es débil, por luchas intestinas, falta de liderazgo, divisiones internas o similares, su ejercicio tiende a crear situaciones indeseadas, inconvenientes y, con frecuencia, perversas.
De Julio César dice que era sordo de la oreja izquierda, padecía ataques epilépticos, era dado a apelaciones populistas, era ambicioso pero se guardaba de precipitaciones, no era impresionable (augurio del ciego), era de trato respetuoso y había alcanzado una edad relativamente elevada (56 años) en relación a la esperanza de vida de su tiempo. No tenía hijos a causa de la esterilidad de su esposa. Son escenas memorables el monólogo de Antonio ante César, el parlamento de 17 minutos de Antonio, las 23 puñaladas de los conjurados, la secuencia en la que Antonio retira el busto de piedra y ocupa como suya la silla de César, la tenebrosa reunión de Antonio, Octavio y Lépido, etc.
La música, de Miklós Rózsa, ofrece una partitura muy elaborada y rica en matices, de tonos sombríos y fatalistas, profundamente dramática. Destacan los cortes dedicados a personajes (“Casio”, “César”, “Bruto”) y el que dedica a Shakespeare con la adaptación de una canción isabelina. La fotografía, de Joseph Ruttenberg (“Luz que agoniza”, Cukor, 1944), en B/N, presenta un gran trabajo de cámara, movimientos precisos de la misma y aproximaciones a los personajes para penetrar en sus sentimientos, deseos e intenciones. Muestra una Roma tortuosa, de calles estrechas, edificios en construcción y espacios públicos en los que las columnas y las esculturas trasmiten sentimientos de tensión, rigor y drama.
No se clasifican los grupos en conflicto (“cesaristas” y “republicanos”) en buenos y malos y su lucha no representa el enfrentamiento entre el bien y el mal. Constituyen el ámbito en el que se desarrolla un drama humano. En este sentido apunta que el ejercicio del poder tiene sus propias reglas y que cuando el poder es débil, por luchas intestinas, falta de liderazgo, divisiones internas o similares, su ejercicio tiende a crear situaciones indeseadas, inconvenientes y, con frecuencia, perversas.
De Julio César dice que era sordo de la oreja izquierda, padecía ataques epilépticos, era dado a apelaciones populistas, era ambicioso pero se guardaba de precipitaciones, no era impresionable (augurio del ciego), era de trato respetuoso y había alcanzado una edad relativamente elevada (56 años) en relación a la esperanza de vida de su tiempo. No tenía hijos a causa de la esterilidad de su esposa. Son escenas memorables el monólogo de Antonio ante César, el parlamento de 17 minutos de Antonio, las 23 puñaladas de los conjurados, la secuencia en la que Antonio retira el busto de piedra y ocupa como suya la silla de César, la tenebrosa reunión de Antonio, Octavio y Lépido, etc.
La música, de Miklós Rózsa, ofrece una partitura muy elaborada y rica en matices, de tonos sombríos y fatalistas, profundamente dramática. Destacan los cortes dedicados a personajes (“Casio”, “César”, “Bruto”) y el que dedica a Shakespeare con la adaptación de una canción isabelina. La fotografía, de Joseph Ruttenberg (“Luz que agoniza”, Cukor, 1944), en B/N, presenta un gran trabajo de cámara, movimientos precisos de la misma y aproximaciones a los personajes para penetrar en sus sentimientos, deseos e intenciones. Muestra una Roma tortuosa, de calles estrechas, edificios en construcción y espacios públicos en los que las columnas y las esculturas trasmiten sentimientos de tensión, rigor y drama.