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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Western Durante la guerra civil norteamericana (1861-1865), tres cazadores de recompensas buscan un tesoro que ninguno de ellos puede encontrar sin la ayuda de los otros dos. Así que colaboran entre sí para conseguir el botín. (FILMAFFINITY)
4 de septiembre de 2005
64 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera y última película de la "trilogía de oro" de Leone, Morricone y Eastwood. Rodada en Almería, fue producida por Alberto Grimaldi.

La acción se localiza en algún lugar del sudeste de la Unión, en los años de la Guerra Civil Americana. Relata la historia de tres pistoleros que buscan un tesoro oculto en una tumba: uno concoce el nombre del cementerio, otro conoce el nombre que figura en la lápida y el tercero sigue a los otros dos. Los tres bandidos son muy diferentes: "Rubio" (Eastwood) es avaricioso y calculador, "Sentencia" (Lee Van Cleef) es despiadado y Tuco (Uli Wallach) es ignorante, pícaro y divertido. Constituyen, en el fondo, tres versiones de un único personaje, sanguinario, salvaje y codicioso. "Rubio" es el bueno por ser el menos malo de los tres, pese a su mezquindad; "Sentencia" es el malo por pegar sin miramientos a María y porque practica la tortura; y Tuco es el feo porque es el menos agraciado, pero el más simpático. Son memorables varias escenas: la batalla del puente, el campo de prisioneros, la discusión entre Tuco y su hermano Pablo y la escena final. Se incluye una invitación a reflexionar sobre la guerra: el comandante sudista de la batalla del puente y al coronel unionista del campo de prisioneros son personas amargadas y fustradas porque ven la inutilidad y el horror de la guerra.

La música, compuesta por Morricone y dirigida por Bruno Nicolai, está más elaborada que en las dos ocasiones anteriores y tiene una duración mayor (casi una hora). Cuenta con la participación de la soprano italiana Edda Dell'Orso y del cantante español Kurt Savoy, que dominaba seis tipos diferentes de silbido. La banda sonora da empaque, altura, emoción y solemnidad a la acción, que no deja de ser burlona e irónica. Son admirables las composiciones tituladas "Trío", "El desierto" y "El éxtasis del oro". Esta última, con una melodía alegre y eufórica, sugiere el hallazgo de la tierra prometida. En numerosas ocasiones la música cesa subitamente y da paso a un silencio que exalta la narración visual. La fotografía corre a cargo del gran Tonino Delli Colli ("El verdugo"), que da a la imagen un aire muy sugerente. Usa primerísimos planos, que combina con planos generales, da gran importancia al claroscuro, muestra preferencia por el negro, los ocres y los blancos ligeramente dorados. La interpretación de los tres protagonistas es convincente. Por su dificultad, destaca el acierto de Uli Wallach en el papel de Tuco. La dirección es soberbia en el movimiento de actores, sobre todo en las escenas multitudinarias; la gestión del espacio visual, que dimensiona según las conveniencias de cada escena; el ritmo de la obra con crescendos en los momentos culminantes (tortura de Tuco, agresión a María, secuencia final y escena de cierre).

Obra excelente, que pone de manifiesto los progresos de un director enfrentado voluntariamente al reto de experimentar para aprender y de aprender para mejorar.
Miquel
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