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Voto de Miquel:
8
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6,9
47.176
Drama. Romance
Años 50. Frank (Leonardo DiCaprio) y April (Kate Winslet) se conocen en una fiesta y se enamoran. Ella quiere ser actriz. Él sueña con viajar para huir de la rutina y experimentar emociones nuevas. Con el tiempo se convierten en un estable matrimonio con dos hijos que vive en las afueras de Connecticut, pero no son felices. Ambos se enfrentan a un difícil dilema: o luchar por los sueños e ideales que siempre han perseguido o conformarse ... [+]
24 de mayo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinto largometraje del británico Sam Mendes (Berkshire, 1965). El guión, de Justin Haythe (Londres, 1973), adapta la novela “Revolutionary Road” (1961), de Richard Yates (1926-1992). Se rueda, entre mayo y agosto de 2007, en escenarios reales de Connecticut y NY, con un presupuesto estimado de 35 M USD. Nominado a 3 Oscar (actor reparto, diseño de vestuario y dirección artística), gana un Globo de oro (Winslet). Producido por Bobby Cohen, Sam Mendes y Scott Rudin para BBC Films y Dreamworlds, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 15-XII-2008 (L.A.).
La acción dramática tiene lugar en julio de 1955, de acuerdo con el calendario que se muestra ostentosamente. Se prolonga durante dos o tres semanas en Darien, zona periférica de Fairfield (Connecticut), Fairfield y alrededores, y NYC. Frank (DiCaprio) y April Wheeler (Winslet), de 30 y 27 años de edad, forman una pareja feliz, admirada y envidiada. Son padres de una niña y un niño, de 6 y 4 años, ocupan una bonita y cómoda casa con jardín, de reciente construcción, sita en el nº 115 de Revolutionary Road y tienen ingresos que les permiten pagar los gastos y ahorrar. Él es empleado de la empresa Knox, de NYC, en la que trabajó su padre. Ella se dedica a los hijos y a las labores de la casa. Él es práctico, eficiente en el trabajo y hábil en las relaciones con compañeros y superiores. Ella es idealista, soñadora y desea ser actriz de teatro, estudiar arte y vivir en Paris. Frank no se siente satisfecho con el trabajo que realiza, pese a las posibilidades de promoción, buen salario y ausencia de aptitudes o aficiones que le cualifiquen para opciones alternativas.
El film suma drama, romance y melodrama. Explica una historia cruda, exenta de sentimentalismos, realista y áspera. Habla de la insatisfacción y de las aspiraciones de personas bien situadas económicamente, socialmente bien relacionadas, con suerte en la vida, independientes, agraciadas y con buena salud. Aparentemente tienen todo lo que se puede desear (casa, hijos, trabajo, futuro, ahorros, etc.). Tras 7 años de matrimonio, se sienten insatisfechos porque les pesan las rutinas de la vida, la levedad de su contenido, la intrascendencia de lo que hacen y una realización personal que no cubre sus expectativas. Frank no sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere. Por eso duda, se siente inseguro, no encuentra respuestas a sus interrogantes. April alimenta ilusiones que se mueven entre lo improbable y lo imposible. La tensión entre deseos y realidad alimenta en la pareja una dinámica de desencuentros, miedos, inseguridades, frustraciones y crisis, que desembocan en discrepancias, discusiones y peleas. El film explora en profundidad y con pulcritud la vida de un matrimonio dichoso, pero insatisfecho. Elevan el tono del relato los duelos actorales que se establecen entre Frank y April por un lado y entre Frank y John Givings (Shannon) por otro. Frank, April y John entregan interpretaciones admirables.
La acción dramática tiene lugar en julio de 1955, de acuerdo con el calendario que se muestra ostentosamente. Se prolonga durante dos o tres semanas en Darien, zona periférica de Fairfield (Connecticut), Fairfield y alrededores, y NYC. Frank (DiCaprio) y April Wheeler (Winslet), de 30 y 27 años de edad, forman una pareja feliz, admirada y envidiada. Son padres de una niña y un niño, de 6 y 4 años, ocupan una bonita y cómoda casa con jardín, de reciente construcción, sita en el nº 115 de Revolutionary Road y tienen ingresos que les permiten pagar los gastos y ahorrar. Él es empleado de la empresa Knox, de NYC, en la que trabajó su padre. Ella se dedica a los hijos y a las labores de la casa. Él es práctico, eficiente en el trabajo y hábil en las relaciones con compañeros y superiores. Ella es idealista, soñadora y desea ser actriz de teatro, estudiar arte y vivir en Paris. Frank no se siente satisfecho con el trabajo que realiza, pese a las posibilidades de promoción, buen salario y ausencia de aptitudes o aficiones que le cualifiquen para opciones alternativas.
El film suma drama, romance y melodrama. Explica una historia cruda, exenta de sentimentalismos, realista y áspera. Habla de la insatisfacción y de las aspiraciones de personas bien situadas económicamente, socialmente bien relacionadas, con suerte en la vida, independientes, agraciadas y con buena salud. Aparentemente tienen todo lo que se puede desear (casa, hijos, trabajo, futuro, ahorros, etc.). Tras 7 años de matrimonio, se sienten insatisfechos porque les pesan las rutinas de la vida, la levedad de su contenido, la intrascendencia de lo que hacen y una realización personal que no cubre sus expectativas. Frank no sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere. Por eso duda, se siente inseguro, no encuentra respuestas a sus interrogantes. April alimenta ilusiones que se mueven entre lo improbable y lo imposible. La tensión entre deseos y realidad alimenta en la pareja una dinámica de desencuentros, miedos, inseguridades, frustraciones y crisis, que desembocan en discrepancias, discusiones y peleas. El film explora en profundidad y con pulcritud la vida de un matrimonio dichoso, pero insatisfecho. Elevan el tono del relato los duelos actorales que se establecen entre Frank y April por un lado y entre Frank y John Givings (Shannon) por otro. Frank, April y John entregan interpretaciones admirables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El discurso verbal y gestual de los tres intérpretes se ve reforzado y potenciado por el apoyo visual que el realizador compone en beneficio del drama. Crea primeros planos destinados a convocar toda la atención del espectador, cuando alguien va a decir algo relevante o se va a producir una reacción significativa. En ocasiones extrae de la indefinición de las figuras del segundo plano un rostro o un gesto capaz de golpear al público con la fuerza de una potente descarga emocional. En la escena que posiblemente es la mejor del film, su protagonista se comporta con una sutil artificiosidad o teatralidad. Lo hace con el propósito de hacer y decir lo que su pareja desea ver y oír. Mendes construye, de ese modo, una crítica demoledora de las convenciones sociales y anuncia acontecimientos perturbadores, que inquietan al espectador con anticipación y provocan en él una ampliación de la capacidad de reaccionar con dolor. No es una obra perfecta, pero es una obra que toca el fondo del ánimo del espectador.
El realizador compone paralelismos expresivos entre cromatismo y estados de ánimo, contrastes de luz y sentimientos, movilidad de la cámara y expresión de sufrimiento, contraplanos que separan a los interlocutores y marcan sus diferencias, etc. No es cierto que Mendes abuse de reiteraciones y subrayados. Lo que hace, y lo hace bien, es coordinar los medios expresivos (palabra, imagen, color, iluminación, gestualidad, etc.) en direcciones convergentes. De ese modo el film adquiere coherencia y una fuerza inusitadamente poderosa. Alejado del ensimismamiento, se refiere a obras de teatro y films anteriores, como “El bosque petrificado”, del dramaturgo Robert Sherwood (1896-1955), el leñador (Mifune) que se adentra en el bosque de Rashomon, “American Beauty” y otros.
La banda sonora, de Thomas Newman (“American Beauty”), es espléndida. La partitura original gira en torno a un tema principal de pocas notas, pero de gran calado. Predominan los tonos tenues, persistentes y pausados, que acarician con la suavidad de un cuchillo afilado. Consta de 13 segmentos que suscitan emociones. Como música añadida ofrece un gozoso repertorio de grandes melodías de los 50, algunas tan recordadas como “Qué será”, “Moonlight in Vermont” (Nat “King” Cole Trio), “Crying in Chapel”, “A String of Pearls” (Glenn Milller y su orquesta), etc. La fotografía, de Roger Deakins (“Jarhead”, 2005), contiene abundante metraje rodado cámara en mano. La visualidad se pone al servicio del realismo del film y de una firme apuesta a favor de dar al espectador, con concisión, brevedad y planos eficaces, más información de lo que parece.
Referencias
- Núria BOU, Xavier PÉREZ, “Entre actrices y diosas”, ‘Cahiers du cinéma. España’, nº 21, pág. 82-83, marzo 2009.
- Carlos BOYERO, “El miedo a la revolución”, ‘El País’, 23-I-2009.
- Alejando G. CALVO, “El final de la revolución”, ‘Dirigido por’, nº 385, pág. 42-43, enero 2009.
El realizador compone paralelismos expresivos entre cromatismo y estados de ánimo, contrastes de luz y sentimientos, movilidad de la cámara y expresión de sufrimiento, contraplanos que separan a los interlocutores y marcan sus diferencias, etc. No es cierto que Mendes abuse de reiteraciones y subrayados. Lo que hace, y lo hace bien, es coordinar los medios expresivos (palabra, imagen, color, iluminación, gestualidad, etc.) en direcciones convergentes. De ese modo el film adquiere coherencia y una fuerza inusitadamente poderosa. Alejado del ensimismamiento, se refiere a obras de teatro y films anteriores, como “El bosque petrificado”, del dramaturgo Robert Sherwood (1896-1955), el leñador (Mifune) que se adentra en el bosque de Rashomon, “American Beauty” y otros.
La banda sonora, de Thomas Newman (“American Beauty”), es espléndida. La partitura original gira en torno a un tema principal de pocas notas, pero de gran calado. Predominan los tonos tenues, persistentes y pausados, que acarician con la suavidad de un cuchillo afilado. Consta de 13 segmentos que suscitan emociones. Como música añadida ofrece un gozoso repertorio de grandes melodías de los 50, algunas tan recordadas como “Qué será”, “Moonlight in Vermont” (Nat “King” Cole Trio), “Crying in Chapel”, “A String of Pearls” (Glenn Milller y su orquesta), etc. La fotografía, de Roger Deakins (“Jarhead”, 2005), contiene abundante metraje rodado cámara en mano. La visualidad se pone al servicio del realismo del film y de una firme apuesta a favor de dar al espectador, con concisión, brevedad y planos eficaces, más información de lo que parece.
Referencias
- Núria BOU, Xavier PÉREZ, “Entre actrices y diosas”, ‘Cahiers du cinéma. España’, nº 21, pág. 82-83, marzo 2009.
- Carlos BOYERO, “El miedo a la revolución”, ‘El País’, 23-I-2009.
- Alejando G. CALVO, “El final de la revolución”, ‘Dirigido por’, nº 385, pág. 42-43, enero 2009.