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Voto de Miquel:
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Drama. Romance
Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2011
24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama romántico realizado por Bernardo Bertolucci (Parma, Italia, 1941), escrito por Bertolucci y Franco Arcalli. Sexto largometraje de Bertolucci, se rueda en escenarios exteriores de Paris y en estudio con un presupuesto estimado (IMDb) de 1.250.000 USD. Es nominado a dos Oscar (director y actor principal). Producido por Alberto Grimaldi para Produzioni Europee Associate (PEA) y Artistes Associés, se proyecta por primera vez en público el 14-X-1972 en el NY Film Festival (NYC, NY).
La acción dramática se desarrolla en París durante el invierno de 1972, a lo largo de varias semanas. El protagonista, Paul (Brando), es un americano de mediana edad, que reside en París desde hace 5 años. Arrastra el peso de una vida saturada de frustraciones e insatisfacciones personales, agravadas por el suicidio reciente de su esposa y por sentimientos de auto-odio. La protagonista, Jeanne (Schneider), es una parisina de 20 años, de familia acomodada, que trabaja como actriz aficionada. Es la prometida de Tom (Léaud), realizador de cine aficionado. Paul i Jeanne se conocen casualmente cuando ambos buscando piso coinciden en uno de la calle Jules Verne.
Entablan una relación de encuentros furtivos, de sexo sin barreras, sin reglas, sin amor, sin compromisos y sin intimidad. No se conocen y desean no conocerse. El sexo entre desconocidos es para ellos el recurso a través del cual buscan el exceso, la carnalidad salvaje, la trasgresión de las convenciones limitadoras, la libertad, la inocencia y la plenitud física. Sus encuentros clandestinos, no programados y anónimos (ambos desconocen el nombre y la historia del otro) tienen lugar en el piso de la calle Jules Verne, alquilado por Paul. Desordenado, sucio, lóbrego y aislado del mundo, es testigo de una relación no exenta de violencia verbal, fantasías de degradación, prácticas de dominación entre desiguales y toques sádicos.
La relación imposible entre los dos protagonistas está abocada a transformarse o a desaparecer. La atmósfera que envuelve la acción se presenta cargada de tensión erótica, deseo, soledad, desesperanza y desesperación. La narración, llena del barroquismo que tanto agrada al realizador, desarrolla bien la trama principal y las secundarias, define con acierto los caracteres protagonistas y mantiene el interés del relato con la ayuda contenida de la sorpresa, el sobresalto y la provocación, a la manera de otros films del momento. El nihilismo que informa el film, la desenfadada grosería de los diálogos y las sugerencias eróticas, acogen el estreno de la película con un gran escándalo, que provoca su retirada de los carteles de Italia.
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La acción dramática se desarrolla en París durante el invierno de 1972, a lo largo de varias semanas. El protagonista, Paul (Brando), es un americano de mediana edad, que reside en París desde hace 5 años. Arrastra el peso de una vida saturada de frustraciones e insatisfacciones personales, agravadas por el suicidio reciente de su esposa y por sentimientos de auto-odio. La protagonista, Jeanne (Schneider), es una parisina de 20 años, de familia acomodada, que trabaja como actriz aficionada. Es la prometida de Tom (Léaud), realizador de cine aficionado. Paul i Jeanne se conocen casualmente cuando ambos buscando piso coinciden en uno de la calle Jules Verne.
Entablan una relación de encuentros furtivos, de sexo sin barreras, sin reglas, sin amor, sin compromisos y sin intimidad. No se conocen y desean no conocerse. El sexo entre desconocidos es para ellos el recurso a través del cual buscan el exceso, la carnalidad salvaje, la trasgresión de las convenciones limitadoras, la libertad, la inocencia y la plenitud física. Sus encuentros clandestinos, no programados y anónimos (ambos desconocen el nombre y la historia del otro) tienen lugar en el piso de la calle Jules Verne, alquilado por Paul. Desordenado, sucio, lóbrego y aislado del mundo, es testigo de una relación no exenta de violencia verbal, fantasías de degradación, prácticas de dominación entre desiguales y toques sádicos.
La relación imposible entre los dos protagonistas está abocada a transformarse o a desaparecer. La atmósfera que envuelve la acción se presenta cargada de tensión erótica, deseo, soledad, desesperanza y desesperación. La narración, llena del barroquismo que tanto agrada al realizador, desarrolla bien la trama principal y las secundarias, define con acierto los caracteres protagonistas y mantiene el interés del relato con la ayuda contenida de la sorpresa, el sobresalto y la provocación, a la manera de otros films del momento. El nihilismo que informa el film, la desenfadada grosería de los diálogos y las sugerencias eróticas, acogen el estreno de la película con un gran escándalo, que provoca su retirada de los carteles de Italia.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Hace uso de imágenes que a través del simbolismo, la alegoría o el paralelismo aportan contenidos y explicaciones, como el baile sin reglas, la visión de rostros a través de cristales que los deforman, la división de la pantalla en dos áreas, la reproducción de obras del pintor expresionista Francis Bacon (1909-1992) junto a los créditos iniciales, la representación del regreso al jardín del Edén, las referencias a Ofelia y al mito de Eros y Thanatos, etc. Merece ser destacada la imagen de inocencia que aparece fugazmente cuando Jeanne evoca el papel de los “putti” (niños, en italiano), ángeles de solo cabeza y alas, que recuerdan a Cupido, como los representados en la pintura religiosa italiana del Renacimiento y Barroco. La interpretación de Marlon Brando, de 48 años, es magnífica.
La banda sonora recoge una larga serie de composiciones (tangos, valses…) creados por el compositor argentino Gato Barbieri, como “El último tango en París”, que hace las veces de tema principal. Se ofrece en versión de balada, tango, jazz y suite. Sobresale por su lirismo el tema “Ballad”. Se añaden “La vuelta”, “Para mi negra”, “Jeanne”, “Fake Ophelia” y otras. La fotografía, de Vittorio Storaro, ofrece frecuentes encuadres descentrados, decorados desequilibrados, imágenes que provocan desorientación, planos estáticos, etc., que combina en conjuntos de gran plasticidad y de indudable belleza. Con reiteración toma prestados los colores de la paleta atormentada de Bacon, que imita y al que el realizador dedica guiños de simpatía y admiración.
Hace uso de imágenes que a través del simbolismo, la alegoría o el paralelismo aportan contenidos y explicaciones, como el baile sin reglas, la visión de rostros a través de cristales que los deforman, la división de la pantalla en dos áreas, la reproducción de obras del pintor expresionista Francis Bacon (1909-1992) junto a los créditos iniciales, la representación del regreso al jardín del Edén, las referencias a Ofelia y al mito de Eros y Thanatos, etc. Merece ser destacada la imagen de inocencia que aparece fugazmente cuando Jeanne evoca el papel de los “putti” (niños, en italiano), ángeles de solo cabeza y alas, que recuerdan a Cupido, como los representados en la pintura religiosa italiana del Renacimiento y Barroco. La interpretación de Marlon Brando, de 48 años, es magnífica.
La banda sonora recoge una larga serie de composiciones (tangos, valses…) creados por el compositor argentino Gato Barbieri, como “El último tango en París”, que hace las veces de tema principal. Se ofrece en versión de balada, tango, jazz y suite. Sobresale por su lirismo el tema “Ballad”. Se añaden “La vuelta”, “Para mi negra”, “Jeanne”, “Fake Ophelia” y otras. La fotografía, de Vittorio Storaro, ofrece frecuentes encuadres descentrados, decorados desequilibrados, imágenes que provocan desorientación, planos estáticos, etc., que combina en conjuntos de gran plasticidad y de indudable belleza. Con reiteración toma prestados los colores de la paleta atormentada de Bacon, que imita y al que el realizador dedica guiños de simpatía y admiración.