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Estados Unidos Estados Unidos · Omaha, Nebraska
Voto de Melón Blando:
8
Comedia. Drama. Romance Tres hermanas de caracteres muy diferentes, hijas de un matrimonio de actores, mantienen entre sí una estrecha relación. La mayor, Hannah, la que tiene un carácter más fuerte, está casada con un rico empresario y su vida parece equilibrada, perfecta. Actriz de éxito, esposa y madre ejemplar, se ha convertido en el centro de gravedad de toda la familia. Holly, la segunda, sensible e inestable, sueña con ser actriz. Lee, la pequeña, es ... [+]
21 de abril de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La única certeza absoluta a que puede llegar el hombre es que la vida no tiene sentido." (Lev Tolstoi).

Nos centraremos, únicamente, en una parte de la película realizada por Woody Allen en el año 1986. Concretamente, dedicaremos nuestra atención a la trama paralela que se desarrolla a la trama principal y que tiene como protagonista Mickey Sachs (interpretado por el mismo director y actor neoyorkino).

Sachs, el ex-marido de Hannah, es un hipocondríaco realizador de televisión que vive en Nueva York. La primera vez que aparece en escena lo vemos ajetreado, en pleno trabajo, inmerso en el mundo de la televisión. Ahogado a causa del tiempo y discutiéndose con guionistas del medio. Es entonces cuando se pregunta qué está haciendo con su vida y empieza a compararse con un colega suyo que ha hecho fortuna en Los Angeles.

Sachs, de personalidad hipocondríaca, visita con frecuencia la consulta médica. En una de estas visitas -Sachs se queja del oído-, su médico, al cabo de realizar una serie de pruebas, prefiere descartar otras posibilidades y lo deriva a un especialista para poder realizarle más. La incertidumbre aparece entonces en Sachs, en aquel que aún no conoce, y consulta -vía telefónica- a un médico conocido suyo. Sachs padece un zumbido agudo en un solo oído y éste parece ser uno de los síntomas del tumor cerebral. Se alarma, se alarma mucho: "si tuviera un tumor cerebral no sé lo que haría...", dice Sachs. Sirve de conejito de Índias para realizar una sucesión de pruebas. Sufre insomnio: "No puedo dormir [...] No dejo de pensar que lo noto (el tumor) cada vez que parpadeo [...] Haré un trato con Dios: que no sea nada más que el oído, ¿de acuerdo? Me quedaré sordo y ciego, bueno de un ojo, pero no quiero que me operen el cerebro." Es lo que dice el que aún no sabe, quien vive en la incertidumbre.

De repente, para Sachs, todo carece de sentido: el programa de televisión, la vida... Tal vez no muera hoy, pero tarde o temprano pasará. No hay nada en este mundo por el que valga la pena vivir porque todos moriremos y al fin todo acabará. A través de la crítica a la sociedad contemporánea que se desprende del discurso de Frederick, un pintor encarnado por el actor bergmaniano Max von Sydow, el director neoyorkino introduce el tema del mercado de la fe. Es decir, el negocio de la salvación. Empujado por la necesidad humana de creer en algo que le otorgue un sentimiento de seguridad, Mickey Sachs recurre a la religión con el propósito de dar sentido a su vida, barajando entre las distintas religiones la que considera más útil, la que más le conviene en un sentido práctico. Pero la búsqueda de un universo con Dios lo deja aún más vacío.

¿En qué creen los que no creen? Quizá Woody Allen cree en algo llamado cine. Lo que le interesa es el mismo recinto de proyección, tal vez como espacio sagrado.
Melón Blando
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