La frase "(The) show must go on", que algunos atribuyen a la canción del grupo Queen, en realidad tiene varios siglos de antigüedad. Proviene del mundo del circo y la encuentro muy apropiada para este gran documental y para el paisanaje que nos muestra: esa panoplia de freaks, cotillas, interesados y canallas que aparecen ante nuestros ojos, no es otra cosa que la imagen distorsionada (pero real) del mundo del arte y, por extensión, de nuestra sociedad... y todo esto lo destapa Banksy, lo expone, lo deja a la intemperie, como si tirase de una manta invisible. Banksy toca la flauta y la gente danza y, al fondo, uno llega a intuir al artista riéndose a carcajadas de nuestro gregarismo y de lo patéticos que somos como sociedad. Se ríe del mundo del arte, de los espacios expositivos, del gran negocio montado con el arte y a su alrededor. Se ríe también de los yankees, de sus guetos, de sus prisas y de su idiosincrasia... pero, claro, hay que saber criticar. Hay que hacerlo con fina ironía, hay que mover peones para que den la cara por ti y se pongan en evidencia (algunos)... y después de tooooodo esto, está el Arte, porque hay arte en el documental, sí amigos, porque Banksy es un Artista como la copa de un pino y utiliza diversos formatos para expresarse, valiéndose de la provocación, haciendo crítica social, antibelicista, anti granjas cárnicas y también contra el urbanismo agresivo y la recalificación de solares... todo esto tiene cabida aquí y por eso me ha asombrado ver una sola crítica publicada (antes de la mía), sobre este documental que sigue de rabiosa actualidad aunque se presentara al público hace ya 9 años.

Mi recomendación para los jóvenes: apagad una hora la consola de juegos y dedicadla a ver este instructivo documental y ya, de paso, aprendéis quién es Banksy. Un artista que rompe moldes en el mundo del arte.