Un musical como Dios manda. Con todos los elementos esenciales del clásico musical de Broadway, y la frenética energía e innovación de la actualidad. Una experiencia llena de pasión, electricidad y color, que no tiene miedo de poner sobre la gran pantalla asuntos tan necesarios, a la vez que controversiales, como lo son la inmigración y el racismo. En una época en la que EEUU atraviesa grandes momentos de tensión con estos temas.

Una obra hecha con un gran mimo técnico, que pone toda la carne en el asador para ser un espectáculo continuo, que aún con toques agridulces y un trasfondo algo doloroso, antepone todo el rato ese aire positivista y ensoñador... Que aunque a algunos puede chirriarle, es precisamente lo que da forma y sentido a esta clase de musicales. En definitiva: cumple todas las expectativas.