Por mucho que resulte tremendamente entretenida y estimulante, el fondo de la historia está construido a base de generalismos, ya que, aunque está muy bien enmascarada visualmente, la realidad habla de dos mundos enfrentados, vikingos y dragones, y un personaje de cada uno de ellos que se sale de la media por diferentes razones para conocerse y apoyarse, lo que genera una relación de una amistad bien definida y transmisible al espectador, se trata de cine fácilmente clasificable y dirigido a todos los públicos que termina de ser escrito de manera mediocre al colocar al malo en común para ambos mundos.

Partiendo de esta base facilona, hay que reconocer todo lo demás, geniales escenarios y escenas de acción logradas, cierto encanto en todos sus personajes y algún que otro dilema, si bien hay que destacar cierto esfuerzo en mostrar como el peor vikingo de todos los tiempos fué el primero en montar un dragón, en dominar a las fieras para convertirlas en mascotas, una especie de innovador que se basó en la simple observación, un guiño a la ciencia y sus investigaciones en medio de un ser humano actúal que sigue siendo más destructivo que los rudos vikingos.