Media votos
6,0
Votos
6.085
Críticas
2.214
Listas
17
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de floïd blue:
7
4,8
10.083
Acción. Thriller
Tras el fallecimiento del primer ministro británico en extrañas circunstancias, todos los líderes mundiales se reúnen para su funeral. Pero existen planes para que el acto, que cuenta con la mayor seguridad del planeta, sea una oportunidad para acabar con los mandatarios y sembrar el caos en todo el mundo. El presidente de los Estados Unidos y sus colaboradores del Servicio Secreto son los únicos capaces de evitar la tragedia. (FILMAFFINITY) [+]
8 de abril de 2016
99 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué existe esta película? Una película cuyos autores saben desde el principio que va a ser vapuleada por el sector crítico más formal y, que como se ve así ha sido pues no hay nadie que se atreva a valorarla ni siquiera como entretenida, sale a la luz por un par de razones posibles.
La primera podría ser que los autores saben que hay un determinado público que consume acción, que da por bueno todo, que no entra en valoraciones políticas, metafóricas o de sensibilidad, y que muestra facilidad para reír cuando el héroe le vuela la cabeza de un disparo al hijo puta terrorista tras haberlo cosido a puñaladas, y como colofón añade un comentario que demuestra su rudeza absoluta y que es más bestia que los bestias de asesinos.
-¿Era necesario eso?
-No.
Pero que les de por culo a los terroristas. Algunos, que tenemos la cabeza llena de problemas ajenos a nuestra voluntad, necesitamos cierta dosis de evasión para que la cabeza se despeje y así volver a retomar la vida desde cero. Y es que Objetivo Londres es de las que te reinicia el cerebro, termina y sales del cine como nuevo, sereno y dispuesto a centrarte en la realidad y continuar con tu lucha diaria.
Esto no quiere decir que los autores tachen a este público de característico como poseedor de neuronas tipo elemental sin capacidad de clasificar o distinguir, al contrario, se le valora y se le estima, es más, se le cuida. Los autores saben que es un público muy estimable y muy válido. Por eso hablan claro y no se cortan, y lo que menos pretenden es engañar o soltar mensajes subliminales. Por ejemplo, durante el intercambio de frases entre gobierno USA y el terrorista, éste dice: “Todos somos iguales: yo vendo armas como los países también lo hacen”. El guion está así y no añade más, no se les ocurre adoctrinar; se calla hasta el mismísimo Morgan Freeman. Los autores saben que su público es capaz de discernir de sobra y que tiene su opinión, que ésta puede ser cualquiera y que la respeta. Esta es forma de presentar una realidad, y no la que emplean los que se dedican siempre a insultar a los que no piensan como ellos.
La otra opción de la existencia de este film puede ser un mensaje, no amenazante ni nada parecido, sino como una leyenda sobre esta guerra que han trasladado a Occidente los terroristas. Y es que ante este cambio de escenario, los americanos quieren dejar claro que podrán seguir atentando contra ellos y contra el mundo democrático, pero que “Dentro de mil años, seguiremos aquí”. No es por tanto aleccionadora en ningún sentido, y volvemos a señalar, que es lo contrario a esos críticos detractores que sabiendo lo que hay de antemano, asisten a ello para quejarse de lo mal que les parece estas exposiciones fílmicas. Como si Aaron Eckhart fuera el culpable de que la película sea una fantasmada, ¡qué es sólo un actor!, que aunque esté muy metido en su papel, es inocente del todo; que no es el presidente USA yendo por las calles de Londres con el colega pegando tiros. Dicho de otro modo para los cerebros bordelinos: Que el presidente USA nunca se las va a ver en esas situaciones tan apuradas, pero el pueblo sí, por desgracia; y será por culpa de los fanáticos y en mucha medida, de los contrarios a este cine que son quienes apoyan.
Aparte de estas consideraciones obligadas para ver con tranquilidad la película y no fantasear sobre el presidente USA y su colega, diremos que Fuqua dejó las directrices marcadas para esta continuación y que se ha trabajado a pies juntillas sobre la de Objetivo: La Casa Blanca. ¿Veremos la misma película? ¿Es un corta pega? Pues no lo es. Es una continuación.
Para todo lo que quiere abarcar el film de destrucción masiva, hay que decir que con poco se ha conseguido bastante. En absoluto es chapucera, las secuencias se aprovechan al máximo aunque eso supone aceptar muchas que se podrían discutir; pero entonces ya no sería este cine. El caso es que resulta algo simple todo lo relacionado con los mandos directivos policiales; el enfrentamiento policial es algo impensable, pero se tiene que aceptar y es que de entrada, el hecho de que la cúpula mundial del G8 vaya a saltar por los aires ya te predispone a cualquier cosa. Las calles se quedan desiertas para la acción y los acontecimientos se acomodan para que nuestros héroes Gerard Butler y un eficaz Aaron Eckhart como presidente —sólo Charlton Heston hubiera quedado mejor ;)—, sigan su camino hacia la salvación y hacia la libertad. Yo la apruebo porque el presidente me ha convencido con una frase muy tierna: No hay que criticar, lo que hay que hacer es animar. No me sirve mucho, pero me gusta.
La primera podría ser que los autores saben que hay un determinado público que consume acción, que da por bueno todo, que no entra en valoraciones políticas, metafóricas o de sensibilidad, y que muestra facilidad para reír cuando el héroe le vuela la cabeza de un disparo al hijo puta terrorista tras haberlo cosido a puñaladas, y como colofón añade un comentario que demuestra su rudeza absoluta y que es más bestia que los bestias de asesinos.
-¿Era necesario eso?
-No.
Pero que les de por culo a los terroristas. Algunos, que tenemos la cabeza llena de problemas ajenos a nuestra voluntad, necesitamos cierta dosis de evasión para que la cabeza se despeje y así volver a retomar la vida desde cero. Y es que Objetivo Londres es de las que te reinicia el cerebro, termina y sales del cine como nuevo, sereno y dispuesto a centrarte en la realidad y continuar con tu lucha diaria.
Esto no quiere decir que los autores tachen a este público de característico como poseedor de neuronas tipo elemental sin capacidad de clasificar o distinguir, al contrario, se le valora y se le estima, es más, se le cuida. Los autores saben que es un público muy estimable y muy válido. Por eso hablan claro y no se cortan, y lo que menos pretenden es engañar o soltar mensajes subliminales. Por ejemplo, durante el intercambio de frases entre gobierno USA y el terrorista, éste dice: “Todos somos iguales: yo vendo armas como los países también lo hacen”. El guion está así y no añade más, no se les ocurre adoctrinar; se calla hasta el mismísimo Morgan Freeman. Los autores saben que su público es capaz de discernir de sobra y que tiene su opinión, que ésta puede ser cualquiera y que la respeta. Esta es forma de presentar una realidad, y no la que emplean los que se dedican siempre a insultar a los que no piensan como ellos.
La otra opción de la existencia de este film puede ser un mensaje, no amenazante ni nada parecido, sino como una leyenda sobre esta guerra que han trasladado a Occidente los terroristas. Y es que ante este cambio de escenario, los americanos quieren dejar claro que podrán seguir atentando contra ellos y contra el mundo democrático, pero que “Dentro de mil años, seguiremos aquí”. No es por tanto aleccionadora en ningún sentido, y volvemos a señalar, que es lo contrario a esos críticos detractores que sabiendo lo que hay de antemano, asisten a ello para quejarse de lo mal que les parece estas exposiciones fílmicas. Como si Aaron Eckhart fuera el culpable de que la película sea una fantasmada, ¡qué es sólo un actor!, que aunque esté muy metido en su papel, es inocente del todo; que no es el presidente USA yendo por las calles de Londres con el colega pegando tiros. Dicho de otro modo para los cerebros bordelinos: Que el presidente USA nunca se las va a ver en esas situaciones tan apuradas, pero el pueblo sí, por desgracia; y será por culpa de los fanáticos y en mucha medida, de los contrarios a este cine que son quienes apoyan.
Aparte de estas consideraciones obligadas para ver con tranquilidad la película y no fantasear sobre el presidente USA y su colega, diremos que Fuqua dejó las directrices marcadas para esta continuación y que se ha trabajado a pies juntillas sobre la de Objetivo: La Casa Blanca. ¿Veremos la misma película? ¿Es un corta pega? Pues no lo es. Es una continuación.
Para todo lo que quiere abarcar el film de destrucción masiva, hay que decir que con poco se ha conseguido bastante. En absoluto es chapucera, las secuencias se aprovechan al máximo aunque eso supone aceptar muchas que se podrían discutir; pero entonces ya no sería este cine. El caso es que resulta algo simple todo lo relacionado con los mandos directivos policiales; el enfrentamiento policial es algo impensable, pero se tiene que aceptar y es que de entrada, el hecho de que la cúpula mundial del G8 vaya a saltar por los aires ya te predispone a cualquier cosa. Las calles se quedan desiertas para la acción y los acontecimientos se acomodan para que nuestros héroes Gerard Butler y un eficaz Aaron Eckhart como presidente —sólo Charlton Heston hubiera quedado mejor ;)—, sigan su camino hacia la salvación y hacia la libertad. Yo la apruebo porque el presidente me ha convencido con una frase muy tierna: No hay que criticar, lo que hay que hacer es animar. No me sirve mucho, pero me gusta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Alguna salvedad. El que se acepte el caos propuesto no quiere decir que el público sea tonto. Al director, no a éste sino a muchos que cometen los mismos errores, habría que darlos un capón fuerte cuando te ponen escenas como ésta: Después que el helicóptero ha sido derribado, la jefa de seguridad queda atravesada por un hierro que le sale por el pecho. El hierro es de tamaño como el árbol de levas de un camión de 18 toneladas pues aún así van y dicen que la taponen la hemorragia, pero además la tía no está muerta, puede hablar durante unos segundos y desear lo mejor a su amigo para que siga adelante y luego fallecer ya tranquilamente. Para quedarse pasmado.
Me ha hecho gracia que al presidente italiano le hayan colocado con una guapa señorita que se adivina desde lejos que no es su mujer. Han puesto a Silvio Berlusconi con todas las de la ley.
Lo de la mujer esperando un hijo, como siempre, cuando el marido sale de viaje con una misión peligrosa, es ya un acontecimiento tan manido, tan trillado, que urgen convencer a los guionistas que busquen otras alternativas para causar emoción. Nada más. De nada.
Me ha hecho gracia que al presidente italiano le hayan colocado con una guapa señorita que se adivina desde lejos que no es su mujer. Han puesto a Silvio Berlusconi con todas las de la ley.
Lo de la mujer esperando un hijo, como siempre, cuando el marido sale de viaje con una misión peligrosa, es ya un acontecimiento tan manido, tan trillado, que urgen convencer a los guionistas que busquen otras alternativas para causar emoción. Nada más. De nada.