Jeff King, director y guionista del film, propuso a Seagal añadir a su clásico papel de matón chulo putas, el de hombre culto de letras, que hiciera de escritor para esta ocasión. A Seagal le pareció bien porque le aclararon que no tenía que escribir nada, que era sólo una característica del asesino que interpretaría esta vez, así como que tendría una hija que sería motivo de un duro marcaje por unos desalmados.

La película destaca por su inverosímil montaje, tal vez la mejor muestra que pueda darse de un montaje malo que busca disimular la carencia de golpes en las peleas. Igor Jijikine, un mafioso que viene con cara de ruso marca de origen, que trabajó con Statham nada menos, es desaprovechado y humillado a partes iguales, luchando, hasta sale con arañazos en la cara que le hace Seagal. Horrible. Yo no sé cómo es posible, ¿es que Seagal estaba arañando al enemigo?

Las carreras que se pega Seagal son penosas, un trote cansino, corto, que se asfixia por su evidente sobrepeso, demuestran una falta de entrenamiento total. Las peleas son malas hasta la extenuación. Los contrincantes le ayudan a Seagal para que les golpee y acabe con ellos malamente y los intercambios de tiros provienen de situaciones absurdas e irreales, ahora están cerca, ahora lejos, y un continuo voy y vengo por los pasillos que uno no se aclara ni con planos de situación. Una penosa película sin nada destacable, la hija con los ojos morados es patética y el novio más. Pero es que además no tiene un guion más o menos aceptable o algo coherente que pueda uno ir fijándose en algo, por poco que sea.

De las peores del actor y escritor este.