Es probable que tras leerse la sinopsis uno crea que se va a encontrar al típico listillo con su carrera de medicina a estrenar dispuesto a comerse el mundo, pero de buen rollo, sabedor de una personalidad irresistible y que, por supuesto, llegado a su nuevo destino, pues como no puede ser de otra forma, encontrará a la chica guapa disponible.

Pues no es así. El muchacho no cae nada mal, tiene su vida, su novia, y aunque le guste la morena que allí aparece, como es natural porque le gustaría a todo el mundo, la relación que se establece no es ni mucho menos la que uno se espera. En este aspecto pues la película se deja ver muy fácilmente.

Otro aspecto es el empresarial, aquí ya uno tiene que poner de su parte para creérselo y como es una película tampoco tiene que haber mucho problema. Ahora bien, lo interesante está en la relación que se establece entre el médico y los habitantes del pueblo, un pueblo no muy pintoresco, enclavado en una costa agreste, de casas prefabricadas, aislado y de esos que en invierno no habrá quien salga de sus casas.

Es en este aspecto, relatado con buen humor, amable y tranquilamente, donde el espectador encontrará lo bueno del film, a pesar que tanta uniformidad de caracteres sea algo sospechoso, pero bueno, así también debemos verlo, son todos buenas personas. Hay ternura, se ve el fondo de los corazones de la gente, ese fondo que se tiende siempre a esconder por vergüenza o por lo que sea, y se ve con naturalidad. Por eso, cuando el alcalde va de noche a casa de su amigo, que debía llevar un buen rato ya en la cama, y se acuesta a su lado para comentarle sus temores, se percibe la amistad de años, lo que es la vecindad sin temores, sin envidias, se aprecia el valor de lo que es tener un amigo para cualquier momento … Aunque a la mujer, que estaba también en la cama, le incomode tanta confianza.