La dura vida de un fresador requiere un estado mental despejado y alerta. Si andas con problemas puedes causar graves daños y llegar a un punto sin retorno.

¿Es un hombre eso que se desplaza por la casa llena de post-itt? ¿O es una mantis religiosa con esos miembros tan escuálidos y largos?

Desconcierta esas incongruencias que van sucediendo pero de una manera extraña te sumerge en la expectación. La mente de un hombre lleno de reproches y con la conciencia cargada nos acerca a la locura, siempre tan sugestiva pero temida por ser definitiva.

¿Es la nevera un electrodoméstico que pide a gritos que la laven? Que va. La nevera es el alma del hombre que chorrea sangre de una culpa que no ha expirado.

¿Es ese enorme atún que hay en la nevera un pescado podrido para tirar a la basura? No está podrido, está fresco, muy fresco, fresco por vivir. Ese atún que muestra en fotos una y otra vez el hombre con dedos de los pies en las manos no es más que el niño muerto, un pez gigante como la culpa. Y no te puedes deshacer de él tan fácilmente; y si no te lo crees ahí tienes al calvo, el de los dedos de los pies, que es tu impía conciencia. Por supuesto, el culpable no puede quitárselo de encima por mucho que le corte el cuello una y otra vez.

No des generosas propinas que así no se logra limpiar el sentimiento de culpa.

Sólo hay una salida. Confesar.

El maquinista es un escalofriante drama de un hombre atormentado. Una película española que se sale de las rutinarias, un film psicológico de pesadilla bastante bien llevado con un final convincente. Sin dudar, adentrémonos en los miedos de cómo con ellos se puede llegar a la locura.