Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
9
Drama América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
22 de julio de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A propósito de algunas críticas sobre esta película, donde se alude a cierta falta de argumentos para calificarla entre las mejores, otorgándole una fama inmerecida, cuando no, denostando la calidad intrínseca de la obra, sobrevalorada, lenta, aburrida. Me gustaría dar algunos argumentos por los que demostrar a esos escépticos, porqué, tanto ésta como la segunda parte, que no es una secuela sino una profundización de la saga familiar, merecen estar entre las mejores de la historia, buena prueba del interés que despierta son sus 500 críticas acumuladas.

Si la saga de El Padrino se ha convertido en uno de los referentes culturales de las cuatro últimas décadas no ha sido sólo por su incuestionable valor cinematográfico, sino que en ello ha sido de enorme ayuda la translación de una concepción de la vida, de una poética vital, a los márgenes estrictos del mundo del hampa. El film retrata unos personajes que deben mucho a las tragedias de Shakespeare. Esa superación de la crónica negra mediante la exaltación dramática de los entresijos turbios de una familia de gángsters es lo que dota a El Padrino de un aura de sapiencia existencial. Coppola tenía 32 años cuando emprendió la titánica tarea de plasmar en imágenes el “bestseller” de Mario Puzo, el resultado en mi opinión, es que la película supera ampliamente al libro.

Es una película audaz y arriesgada para aquella época, sombría y de difícil acceso a la empatía del público popular, en la que nadie daba un dólar por el proyecto, tratándose de una película con una narrativa ajena a los años 70, era una obra compleja y monumental, con un concepto wagneriano a nivel artístico, un cuidado diseño de producción, donde los crímenes se muestran con toda su brutalidad, siempre tienen una especie de sentido catarquico. La violencia se muestra de forma litúrgica con una gran coreografía, muchas veces blasfema, intercalada entre actos religiosos.

Es la historia de una familia de inmigrantes italianos, pero a la vez es también la historia de América durante el siglo XX, el triunfo y la decadencia de una estirpe, narrada a través del chantaje, el crimen, la sumisión, la lealtad, la traición, una reflexión sobre la familia y el poder ejercido en un régimen de terror. Quizás influya decisivamente el acierto en la elección de los actores que se ajustan perfectamente a cada personaje: Don Vito, el hombre temido y respetado. Sus hijos: Santino, violento y visceral, Fredo, pusilánime y celoso, Michael, rencoroso y cruel, Connie, inestable y débil, y el “consigieri” abogado Tom Hagen, discreto y eficiente.

Otra baza importante en la película es la luz, un operador casi principiante en esa época, seguramente muy influenciado por los maestros, Gordon Willis se atreve a dejar en una penumbra que hace imposible distinguir sus ojos, hundidos en negras cavernas oculares, a un Brando que se encuentra en el cenit de su carrera (47 años) la luz cenital ayuda a la caracterización para avejentar al Padrino, y deformarle los rasgos hasta conseguir ese aura de misterio y omnipotencia. De la música poco puedo añadir, Nino Rota crea una obra imperecedera que transmite ese sentimiento de nostalgia y ternura por el inmigrante y ceremonial alrededor de la familia. Se cometen 23 muertes violentas, pero no se pronuncia la palabra tabú: MAFIA, al parecer esa fue la única premisa que exigió “La cosa nostra”, que alabó el film.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow