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Voto de Antonio Morales:
7
Western Chuka, un veterano pistolero (Rod Taylor), y las dos pasajeras de una diligencia, Verónica, una joven y hermosa viuda, y su sobrina Elena, llegan a un fuerte del que no podrán salir debido al inminente ataque de los indios arapahoes. Tanto los soldados como los oficiales que componen la guarnición han sido destinados allí tras ser sometidos a consejo de guerra. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este fascinante western de pequeñas dimensiones y largo aliento, surgió cuando el realizador, Gordon Douglas, crecido en el ámbito de la serie B, llevaba varios años trabajando con diferente fortuna en películas de alto presupuesto y hacía tiempo que el western denostaba el clasicismo para abrazar el western crepuscular. Por sus características, significó un retorno de Douglas al cine de presupuesto reducido y un western que no terminaba de encajar en lo que en aquella época se hacía en el género.

Es un western sombrío y nada complaciente, que bien podía verse como una versión en formato western de “El desierto de los tártaros” de Valerio Zurlini (con la diferencia de que el enemigo aquí se hace presente), ese tono introspectivo que impregna todo el relato en el que unos personajes desterrados en un reducto fantasmagórico viven la obsesión de la muerte oteando siempre el horizonte. Western lúgubre y espectral que juega tan bien con el tiempo y con la muerte, pues sus personajes viven simultáneamente su presente y su pasado.

En las miradas que se entrecruzan el pistolero Chuka (Rod Taylor) y la mexicana Veronica Kleitz (Luciana Paluzzi), en las que se hace notar un pasado compartido que ninguno de los dos se atreve a sacar a la luz detrás de los muros del fuerte donde se encuentran; en la ciega obediencia, el respeto y el exagerado sentimiento protector del sargento Otto Hahnsbach (Ernest Borgnine) por el coronel Stuart Valois (John Mills); en la alucinada mirada de Otto Hahnsbach cuando rememora ante Chuka la causa de esa obediencia, ese respeto y esa protección, en la figura del elefante que el coronel guarda en su habitación, y su mirada perdida, su adicción a la bebida, fruto de su frustración personal.

Todos están allí huyendo de su pasado, todos tienen algo que ocultar en un clima de constante tensión. Un western en el que hasta el lanzamiento de flechas y lanzas por parte de los indios y los disparos de los soldados para hacerles frente, tienen algo de rito. En el aspecto técnico es importante destacar, una puesta en escena sofocante y claustrofóbica, el uso de la grúa por parte de Douglas, muy habitual en sus westerns. Gordon Douglas es un interesante cineasta a reivindicar.
Antonio Morales
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