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Voto de Antonio Morales:
8
Cine negro. Drama. Intriga Cuando descubre el cuerpo sin vida del amante de su hija, Lucia Harper decide esconderlo porque sospecha que la autora del crimen es su propia hija. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Ophüls siempre fue un cine para adultos, cine maduro, demasiado repleto de referencias y, sobre todo, demasiado marcado por la especial lucidez del desengaño como para ser debidamente apreciados por miradas todavía empañadas por la lozanía. No sé si será porque los posos de melancolía progresan con el tiempo, o porque el apego a la belleza de ciertos sentimientos es algo que cotiza al alza con la edad, pero lo cierto es que a mí, la verdad, el cine de Max Ophüls cada día me gusta más. Aunque algunos la califican de obra menor o, incluso fallida, “Almas desnudas” es un film que produce gran placer al verla, pero cuesta mucho comentar, pues sus intereses son mucho más vitales que teóricos, más sensuales que discursivos siendo la pasión su mayor característica. Y la pasión puede transmitirse por la novela, por la poesía, por la música, por el teatro y por el cine, pero jamás por una crítica.

Las heroínas de Ophüls, tan decisivas en su obra, son a menudo victimas de su impulsividad, como le ocurre a esta Lucia Harper (Joan Bennett), protagonista de un melodrama oscuro y cercano al cine negro. Una mujer al frente de una familia, su marido está de negocios en Berlín, acosada por un sucio chantaje en una muerte accidental, pero que plantea solapadamente una extraña y romántica historia de amor. Martin Donnelly (James Mason) es el recaudador enamorado que debe expiar su pasado oscuro. En el fondo, son dos seres solitarios y atrapados, ella por su familia y él por los bajos fondos. “Almas desnudas” es un film que cuenta mediante unas imágenes de difícil e inasible belleza, unas relaciones entre una pareja antitética – una burguesa maternal y un canalla romántico –, frustrada y agobiada por su entorno.

De “Almas desnudas” no se recordará, empero, la anécdota argumental sino la poesía furtiva que se filtra en todos los momentos de la relación de esta pareja, condicionada por sus carencias, de unos actores en estado de gracia. La puesta en escena de Ophüls es elegante de una armonía en el tiempo y el espacio, dotando de sensibilidad los gestos cotidianos, convertir una mirada en una declaración, una voz interior en signo de arrepentimiento, un movimiento de la cámara en una opinión sobre los seres humanos. Reflexionando sobre el ahogo vital que impone la familia, la soledad y ese extraño ser que descubre una existencia equivocada. “Almas desnudas” no sólo es una buena película, sino que también permite conocer mejor el pensamiento y los métodos de trabajo de Max Ophüls, a pesar de su condición de obra (falsamente) menor, o quizá por ello mismo.
Antonio Morales
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