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Voto de Antonio Morales:
8
Acción. Aventuras. Drama En el año 180, el Imperio Romano domina todo el mundo conocido. Tras una gran victoria sobre los bárbaros del norte, el anciano emperador Marco Aurelio (Richard Harris) decide transferir el poder a Máximo (Russell Crowe), bravo general de sus ejércitos y hombre de inquebrantable lealtad al imperio. Pero su hijo Cómodo (Joaquin Phoenix), que aspiraba al trono, no lo acepta y trata de asesinar a Máximo. (FILMAFFINITY)
1 de mayo de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque sobre Gladiator, a día de hoy está todo dicho (casi 300 reseñas en esta web), me gustaría añadir alguna reflexión sobre esta obra de Ridley Scott. Soy de los que piensan que Scott es un excelente creador de atmósferas y de momentos sublimes, quizá por su procedencia de la publicidad, tiene una especial habilidad para sorprendernos con bellas y cautivadoras propuestas visuales. Una buena muestra de ello es esa primera media hora en la que tras situarnos en el contexto histórico y político, asistimos a una fascinante batalla de las tropas del general romano Máximo (Russell Crowe) contra las fuerzas germanas en el marco de fascinante bosque brumoso y nevado, secuencia bastante bien planificada, de una crudeza y de un realismo atroz.

En el fondo, el argumento sin ser muy original, rebosa épica y lirismo en esas escenas oníricas que nuestro protagonista rememora junto a su esposa e hijo (esos campos idílicos de espigas acariciadas por el viento y la mano de Maximo), y transmite una lógica y aguda reflexión sobre la lealtad, el honor, la ambición del poder y los oscuros métodos y represalias para conseguirlos. La instauración de una dictadura, personificada en Cómodo (Joaquim Phoenix) y basada en el terror, mientras su bella hermana Lucilla (Connie Nielsen) trata de conseguir sus propósitos de forma distinta. Ajeno a las intrigas palaciegas, el pueblo disfruta del entretenimiento del circo y los gladiadores, así permanece anestesiado y ajeno al oscuro futuro que se cierne sobre Roma y su imperio y todo ello rodeado de una atractiva iconografía atractiva y evocadora.

La película pretende ser un espectáculo entretenido con una gran recreación del Coliseum, gracias a las nuevas tecnologías, facturado con brillantez, Scott cumple perfectamente ofreciendo lo que el público espera de una historia conmovedora de humillación y venganza. Máximo fue un gran soldado, honesto y leal, ahora es un hombre atormentado que no tiene miedo a morir, porque en esta vida no encuentra motivo que le retenga, más allá de cumplir lo que prometió a su amigo Marco Aurelio (Richard Harris). Scott no termina de darle el suficiente espesor dramático a los personajes, me refiero a las relaciones entre Máximo y Lucilla, así como ésta con su hermano Cómodo, pues hay amagos de idilios amorosos e incestuosos que no quedan claros. En cambio las escenas del circo sí consiguen subyugar al espectador con la grandiosidad de la lucha a muerte de sus protagonistas.
Antonio Morales
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