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Voto de Antonio Morales:
9
Comedia. Romance Un padre se enfrenta a uno de los momentos más naturales y temidos de su vida: la boda de su hija. Y los problemas no son sólo de índole sentimental: el abandono del hogar por parte de la chica; sino también de carácter económico: la organización de una costosa boda que lo traerá de cabeza. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años se han producido infinidad de comedias, generalmente imitando el patrón o tomando como punto de partida, la deliciosa comedia costumbrista “El padre de la novia” del maestro Vincente Minnelli, una obra maestra incluida en todas las antologías de la comedia. Nos han llovido imitaciones y sucedáneos de todos los tipos, alguno aceptable pero la mayoría lamentables, quizás por falta de nuevas ideas y situaciones en este tipo de género. El caso es que, quizás el público más joven desconozca la original, por lo que me ha parecido oportuno esta reseña para comentarla. Pues suele suceder como con el jamón, por aludir a un ejemplo práctico. Hay quien come jamón toda su vida desconociendo el auténtico jamón de bellota o, “Pata negra”, sin disfrutar el genuino sabor de la mejor calidad.

La comedia costumbrista pretende reflejar la vida normal de las personas, ridiculizando muchas de las cosas que hacemos cada día y que nos parecen lógicas y naturales. Una comedia crítica que es presentada con un envoltorio amable y despreocupado. El film incrementa notablemente la complicidad con el espectador al convertirlo en confidente. El protagonista (un gruñón Spencer Tracy) se dirige directamente al espectador para narrar su caso, que puede ser el de muchos de nosotros en alguna ocasión, los avatares que conlleva la celebración de una boda. Stanley Banks (Tracy) un profesional de clase media que ve con recelo, como pierde a su querida niña, una deliciosa Elizabeth Taylor de 18 añitos, dejándola en manos de “un desconocido”.

Además de estas reservas de carácter psicológico fuente de los atemperados conflictos de la trama, de los que buena parte se emplea en narrar los preparativos nupciales con más o menos detalle. De lo que no cabe duda, es que se trata de un film típico de Minnelli, con una puesta en escena característica del cineasta. Conforme avanza la acción, la voz del progenitor irá emergiendo intermitentemente recordando la “subjetivización” del relato hasta su desenlace. Este tipo de relato focalizado es frecuente en Minnelli y también en este periodo del cine de Hollywood. Su narrativa es más clásica que otras propuestas posteriores, filmada en blanco y negro con una fotografía y decorados de carácter funcional.

Mientras la Taylor comenzaba su dilatada carrera, Joan Bennett que encarnaba a la madre y esposa de la familia Banks estaba finalizando la suya, tras haber sido una de las famosas mujeres fatales de la mano de Fritz Lang, aquí realiza un trabajo memorable de contención y dulzura. Lo asombroso de la película encargada por la Metro, es que Minelli la realizó en dos semanas, prácticamente en Estudio, mientras preparaba su grandiosa y costosa “Un americano en París”, con el fin de ganarse la confianza del Estudio para filmar con toda libertad lo que sería uno de los mejores musicales de la Historia del cine. “El padre se la novia” tuvo un éxito tan grandioso que se vió obligado a filmar a continuación “El padre es abuelo”, con el mismo equipo y actores, muy divertida también.
Antonio Morales
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