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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pulso de Visconti para el neorrealismo era del mejor que se respiraba en Europa. El aristócrata cineasta no había nacido lo que se dice debajo de un puente, pero sus imágenes se expresaban como si se hubiera criado en los arrabales de Roma o en la más pobre entre las aldeas de pescadores o de campesinos.
El movimiento realista italiano ya no era un retoño. “Rocco y sus hermanos” se sitúa en el período tardío de los sesenta, en el que se nota la evolución del género. Quizás se debía a que lo descarnado de las tragedias del destino ya contaba con una fotografía más depurada, un poco menos tenebrosa en la forma, unos claroscuros menos acusados, menos “suciedad“ visual. Y también hay que contar con que la misma Italia había cambiado en quince años, desde el final de la guerra.
La tendencia a rodar en blanco y negro, sin embargo, se mantiene intacta y gana enteros. Sin saber muy bien por qué, hay películas que perderían mucho en color… Y hay géneros que hicieron del blanco y negro su estandarte.
El efecto no habría sido el mismo si hubiéramos visto el tono azul claro de los ojos de Alain Delon, los reflejos castaños de su cabello o el matiz de su piel. Porque Visconti no pretendía lucir aquí a la estrella francesa como un galán de la pantalla. Y mira que mataba de guapo. No debía de ser moco de pavo poner de co-protagonista en una película a un actor que empezaba a poblar los sueños húmedos de una parte del público, y que no eclipsara en absoluto al resto del reparto. Nada de seductor impenitente que hace arder el aire y quema la calle, sino un muchacho de campo, ingenuo, gregario, en racimo con su caterva de hermanos y la mamma viuda, recién llegados a la selva urbana.
La piña familiar, apretada y lustrosa al salir del pueblo, es acometida por las dentelladas de la ciudad y golpe a golpe caen algunas de sus escamas, quedando muy maltrecha. Pero como todos los frutos fuertes y bien alimentados, resiste. Con las marcas de la penuria. Con huecos donde antes había escamas que no volverán a crecer.
La mamma es la escama central, la que mantiene la unidad. Luego va Vincenzo, cuyo compromiso con su novia milanesa (una jovencita Claudia Cardinale) es incompatible con la obligación del hijo mayor de proveer a su madre y sus hermanos tras fallecer el padre. En segundo lugar, Simón, a su llegada tranquilo y honesto, pero transformado dramáticamente desde que prueba ciertos sabores en cuya adicción cae. El tercero, Rocco (Delon), el más comprensivo y abnegado. El cuarto, Ciro, estudioso y diligente. Y el pequeño, Lucas, niño aún, observador, correo que lleva y trae mensajes y nuevas, que absorbe los actos de sus mayores reflexivamente, con esa precocidad de los niños que tienen que crecer deprisa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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