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Voto de Vivoleyendo:
10
Drama En la Roma de la posguerra, Antonio, un obrero en paro, consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El neorrealismo italiano de posguerra fue un movimiento comprometido con la precariedad de las masas que vivían bajo los umbrales de la pobreza.
Concentró sus máximos exponentes en Roberto Rossellini ("Roma, ciudad abierta"), Luchino Visconti ("Obsesión", "La tierra tiembla"), y Vittorio de Sica (con su trilogía de "Ladrón de bicicletas", "Milagro en Milán", "Umberto D." y otras obras más tardías). Tuvo algunos continuadores posteriores en otros grandes como Pier Paolo Passolini y Federico Fellini.
De Sica coge a manos llenas la realidad sin adornos de la plebe que se desloma de sol a sol, de los desempleados apurados por encontrar cualquier mísero trabajo, de los ladronzuelos callejeros, de los cuentistas que se mantienen a costa de la ignorancia y de la credulidad ajena, y de los niños que se ven forzados a arrimar el hombro para aportar algo a la escasez de la familia.
El argumento es tan sencillo como el acto de respirar, pero emite un grito muy potente contra la desesperación y la perra suerte de quienes nacen estrellados. Varias expresiones del refranero popular definen a la perfección las calamidades de quienes viven inmersos en las carencias e ingratitudes de la mala vida: "llueve sobre mojado", "la desgracia nunca viene sola" y "a perro flaco, todo son pulgas". A quien vive apaleado, sólo le caen golpes.
Tenemos a un pobre obrero, casado y padre, que por fin ha conseguido un empleo de fijador de carteles tras estar mucho tiempo en el paro. La condición es que lleve su bicicleta, para desplazarse más rápidamente por la ciudad y aumentar la eficacia de su cometido.
Para quien no posee un céntimo y tiene una familia que mantener, algo hoy día tan asequible como una bicicleta puede convertirse en un lujo inalcanzable.
Antonio consigue desempeñar con esfuerzo su vieja bicicleta y, feliz, comienza su nuevo y flamante trabajo. Pero como era de esperar, el infortunio se ensaña con él en la forma de un ratero que le roba su preciado e imprescindible medio de locomoción. A partir de ese instante, empieza la angustiosa persecución del ladrón y la imperiosa necesidad de recuperar su vehículo, o de lo contrario perderá un empleo tan costosamente obtenido.
Con una sobriedad pasmosa y una sabia austeridad de medios, de imágenes y de guión que recurren al máximo naturalismo, esta obra maestra de De Sica rompe el corazón en pedazos a través de la agonía de un hombre para quien la estabilidad del porvenir se cifra en un simple objeto al que nosotros no concedemos importancia, pero que para él y para los suyos supone disponer de un techo, de comida, de ropa que ponerse y de algo a lo que agarrarse, por mínimo que sea, en esta desalmada sociedad capitalista. De Sica contagia los reproches, el temor, la tácita comprensión, el amor y el envejecimiento prematuro en la mirada de un niño que aprende precozmente que su padre es un pobre diablo, y que él seguramente seguirá el mismo sendero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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