Probablemente esta sea la serie má hermosa y entrañable que tuve el placer de seguir en mi niñez. Y no sólo una vez, sino que la vi cada vez que la repusieron en la tele.
En Nerja, Málaga, una pandilla de chavales pasa el verano más dorado de sus vidas, un verano con sabor a eternidad y en el que el tiempo parece detenerse mientras todos los chicos y chicas protagonistas viven experiencias que les marcan para siempre, que les ayudan a descubrir las maravillas de la juventud, a madurar, a beberse la vida y a creer que todo es posible.
Con esos días luminosos de playa y sol en un pueblo malagueño, donde experimentan muchas aventuras (divertidas, peligrosas, valientes, temerarias, sorprendentes pero sobre todo inolvidables), conocen a la gente del lugar: el mítico Chanquete, al que todos adorábamos, Julia, artista y romántica que nos hizo vibrar con su guitarra...
Pancho, Javi, Bea, Desi, Piraña y Tito constituyen una pandilla de diversas edades y cada uno aporta su personalidad, sus ocurrencias y sus vivencias. Los mayores empiezan a flirtear con el amor mientras los pequeños cometen sus travesuras. Y todos ellos nos deleitan con sus vaivenes cotidianos, que siempre son interesantes.
Sin embargo, sabemos que el verano pasará y los chicos regresarán a sus lugares de origen, y tal vez nunca vuelvan a verse. Pero nunca podrán olvidar el mejor verano de su existencia, aquél con el que tocaron el techo del mundo.