Media votos
7,0
Votos
2.208
Críticas
1.745
Listas
37
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Vivoleyendo:
7
6,2
959
Comedia
Italia, siglo XVI. Petrucchio (R. Burton), un pobre pero obstinado caballero de Verona, va a Padua en busca de una esposa rica. Allí conoce a la temperamental, iracunda e intratable Catalina (Liz Taylor), que le impone todo tipo de condiciones para casarse con él. Cuando por fin accede, él se las arregla para convertir la luna de miel en una auténtica pesadilla con el fin de domeñarla. Cuando la pareja vuelve a Padua, Catalina ayuda a ... [+]
24 de julio de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dramaturgo inglés más laureado de la historia, y la tormentosa pareja Elizabeth Taylor-Richard Burton se compenetraron mucho en esta comedia de enredos de Zeffirelli, que recrea “La fierecilla domada”, una sátira en la que la guerra de sexos, tal como podía ser entendida en Europa entre los siglos XVI y XVII, es el foco del que parte la acción, humorística, sarcástica, con esos ingredientes del absurdo que prima en las comedias de equívocos.
Zeffirelli cuidó la puesta en escena y dio vida al universo shakespeareano que tanto le gustaba trasladarse a países recurrentes en sus obras, como Italia. Dio vida a una Padua alegre y festiva y en ella situó la trama principal, la de Katharina y Petruchio, y la secundaria, con Bianca y Lucentio.
Un matrimonio que daba mucho que hablar a los medios, como fue el de Taylor-Burton, era que ni pintado para este argumento sobre la lucha de fuertes caracteres e ingenios entre un caradura de modesta aunque no despreciable condición social, y una rica heredera de muy malas pulgas. Katharina, de muy mal genio, avivado y exagerado intencionadamente por el hecho de sentirse menospreciada en el afecto de su padre, quien prefiere a la dulce y dócil hija menor, Bianca, ha encontrado en sus arrebatos de furia el desahogo para sus frustraciones. Al ser la mayor, carga sobre ella el peso de ser la primera en casarse, pero ella no soporta que le impongan a cualquier mequetrefe al que ella da cien vueltas. Se ha visto metida en el círculo vicioso de ser señalada por no tener una personalidad fácil y complaciente, y toda Padua se hace lenguas y se burla, ha perdido cualquier opción de tener pretendiente, y para colmo está la obligación de tener que casarse prácticamente por fuerza, para que su hermana pueda tener también su oportunidad. La presión de su situación le ha avinagrado el carácter, pues Katharina no puede evitar ser como es y le duele que se la desprecie sólo por no ser como los demás esperan que sea.
Ella libra cada día su batalla particular, rompiendo todo lo posible la paz del hogar, y desesperando a su padre, que no sabe qué hacer.
Zeffirelli cuidó la puesta en escena y dio vida al universo shakespeareano que tanto le gustaba trasladarse a países recurrentes en sus obras, como Italia. Dio vida a una Padua alegre y festiva y en ella situó la trama principal, la de Katharina y Petruchio, y la secundaria, con Bianca y Lucentio.
Un matrimonio que daba mucho que hablar a los medios, como fue el de Taylor-Burton, era que ni pintado para este argumento sobre la lucha de fuertes caracteres e ingenios entre un caradura de modesta aunque no despreciable condición social, y una rica heredera de muy malas pulgas. Katharina, de muy mal genio, avivado y exagerado intencionadamente por el hecho de sentirse menospreciada en el afecto de su padre, quien prefiere a la dulce y dócil hija menor, Bianca, ha encontrado en sus arrebatos de furia el desahogo para sus frustraciones. Al ser la mayor, carga sobre ella el peso de ser la primera en casarse, pero ella no soporta que le impongan a cualquier mequetrefe al que ella da cien vueltas. Se ha visto metida en el círculo vicioso de ser señalada por no tener una personalidad fácil y complaciente, y toda Padua se hace lenguas y se burla, ha perdido cualquier opción de tener pretendiente, y para colmo está la obligación de tener que casarse prácticamente por fuerza, para que su hermana pueda tener también su oportunidad. La presión de su situación le ha avinagrado el carácter, pues Katharina no puede evitar ser como es y le duele que se la desprecie sólo por no ser como los demás esperan que sea.
Ella libra cada día su batalla particular, rompiendo todo lo posible la paz del hogar, y desesperando a su padre, que no sabe qué hacer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y en ésas está la familia Minola, cuando llega a la ciudad un estudiante, Lucentio, que se enamora de Bianca, la cual tiene detrás a unos cuantos moscones. Éstos se confabulan para idear una estrategia en la que cada cual intentará obtener la mano de la chica, pero para ello deben conseguir primero que Katharina se case. La ocasión se presenta cuando llega a Padua Petruchio, que desea casarse con una mujer rica, sin importarle cómo sea ella. En seguida le hablan de la hija mayor de los Minola y él no se arredra en absoluto. Al contrario, parece hecho para meterse en un fregado de tales proporciones, espoleado por la chispeante perspectiva de establecer un duelo de voluntad e inteligencia con una hembra brava. Donde los demás se acobardan, él anticipa ante sí un juego divertido y excitante, de formidables dimensiones, pero no le cabe la menor duda de lo bien que se lo va a pasar, ni del éxito que va a obtener. El tipo de hombre que le va a la indómita Katharina, quien nunca se había cruzado con la horma de su zapato.
Y cuando él, con todo su descaro, se presenta a pedir su mano, el padre está encantado, y se desencadena la lucha. Ella trata por todos los medios de desagradarle y cansarle, pero él no conoce la derrota y además, desplegando su astuta estrategia, se muestra irónico y mordaz con ella, la hace rabiar, la descoloca, le da una de cal y otra de arena, y logra su objetivo, que es excitar el interés y el deseo de ella. Como sabe que la única forma de obtener control es no cediendo ni un milímetro, su papel dominante no decae, y eso en apariencia al menos irá minando las gruesas barreras de la fiera. Pero la mujer, tan lista como él, y encantada secretamente con el juego que despierta su pasión tanto como la de su marido, adopta a su vez su propia estrategia en la que abandona sus modales de verdulera y avanza hacia una progresiva docilidad.
La tensión sexual de esa dualidad entre el papel dominante y el dominado, el morbo que provoca la sensación de dominar y ser dominado, es lo que mueve a ese par de locos apasionados que han encontrado, aunque no lo admitan jamás ante el otro, a su compañero/a ideal.
Y a mi entender a eso se reduce esta obra del eminente dramaturgo, que bajo su aspecto sexista esconde sin embargo un mensaje sutil y cargado de ironía, en el que en una civilización en la que la mujer ocupaba un puesto subordinado, su agudeza e ingenio para aprender a manejar a su hombre eran sus herramientas para poder garantizarse, desde la sombra, el puesto que verdaderamente le correspondía.
Y cuando él, con todo su descaro, se presenta a pedir su mano, el padre está encantado, y se desencadena la lucha. Ella trata por todos los medios de desagradarle y cansarle, pero él no conoce la derrota y además, desplegando su astuta estrategia, se muestra irónico y mordaz con ella, la hace rabiar, la descoloca, le da una de cal y otra de arena, y logra su objetivo, que es excitar el interés y el deseo de ella. Como sabe que la única forma de obtener control es no cediendo ni un milímetro, su papel dominante no decae, y eso en apariencia al menos irá minando las gruesas barreras de la fiera. Pero la mujer, tan lista como él, y encantada secretamente con el juego que despierta su pasión tanto como la de su marido, adopta a su vez su propia estrategia en la que abandona sus modales de verdulera y avanza hacia una progresiva docilidad.
La tensión sexual de esa dualidad entre el papel dominante y el dominado, el morbo que provoca la sensación de dominar y ser dominado, es lo que mueve a ese par de locos apasionados que han encontrado, aunque no lo admitan jamás ante el otro, a su compañero/a ideal.
Y a mi entender a eso se reduce esta obra del eminente dramaturgo, que bajo su aspecto sexista esconde sin embargo un mensaje sutil y cargado de ironía, en el que en una civilización en la que la mujer ocupaba un puesto subordinado, su agudeza e ingenio para aprender a manejar a su hombre eran sus herramientas para poder garantizarse, desde la sombra, el puesto que verdaderamente le correspondía.