Una de las series más divertidas y originales que he tenido el placer de seguir. Recuerdo cuando la ponían en la tele a horas un poco intempestivas para quienes teníamos que madrugar, pero aún así veía todos los capítulos que podía, y ahora estoy adquiriendo los DVD's de las temporadas.
Nos adentramos en la peculiar vida cotidiana de las personas que viven en Cicely, un pequeño pueblo de Alaska, donde unos espectaculares paisajes, los gélidos inviernos y las auroras boreales sirven como telón de fondo para el tira y afloja que se traen el neoyorquino, acomodado y parlanchín doctor Joel Fleishmann, la rebelde e independiente piloto que le trae de cabeza, el ex-astronauta de la NASA mandón y conservador, el muchacho indio con su inocente visión de la vida, la tranquila y callada mujer esquimal que ayuda al doctor en la consulta, el inquieto y filósofo locutor de la radio local, el dueño del restaurante enamorado perdidamente de una alegre y optimista jovencita que ha venido a vivir a Cicely, la dueña de la tienda que es como una madre...
El joven médico acostumbrado a las comodidades y la sofisticación de su vida en Nueva York, se encuentra aquí en el polo opuesto y, con muchos choques y reticencias, poco a poco se va adaptando e integrando en el original y simpático estilo de vida de Cicely, donde conviven culturas ancestrales indias con la cultura occidental y donde la gente, habituada al aislamiento, generalmente se toma la vida con mucha calma, sin prisas.
La banda sonora es pegadiza y muy adecuada, y ese comienzo de los capítulos con el alce paseando tranquilamente por las calles del pueblo resume la ideología general que impera en Cicely.
Y no sólo es una serie divertida, sino que nos ofrece elementos para la reflexión y rompe estereotipos; a su simpática y amable manera, es transgresora y agradecidamente original.
Ojalá se hicieran más series así.