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Voto de Vivoleyendo:
9
Intriga. Drama Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único ... [+]
31 de octubre de 2008
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa navega por los traicioneros y tormentosos océanos de la esencia humana y la destapa con agudeza.
Kurosawa era un gran analista, observador y filósofo del celuloide, que se servía de grandes historias sobre samuráis, gentes sencillas de entornos rústicos… Para mostrar características y comportamientos propios de cualquier pueblo, que a la vez enseñan rasgos propios de ciertas culturas, y rasgos comunes en todas partes. Por ello, las películas del gran maestro japonés tienen ese aire de inmortalidad, esa cualidad atemporal cuyos mensajes eran de utilidad tanto cincuenta años atrás, como en la actualidad.
Kurosawa no sólo se comunicaba con sus contemporáneos, sino que hablaba también, desde el rico lenguaje audiovisual de sus fotogramas, a quienes estaban por llegar. Sabía crear un lenguaje universal que iba más allá de las palabras y de las épocas representadas en sus películas.
“Rashomon”, situada por la crítica y por muchos admiradores en la lista de las mejores películas de la historia, es un ejemplo de agudo y severo análisis de las reacciones y conductas humanas. La mentira, los instintos descontrolados, el afán de supervivencia que se antepone a todo, la debilidad, el deshonor, la codicia y el egoísmo se exponen sin adornos y en su amplia complejidad en la que no existen extremos, ni sólo blanco ni sólo negro, sino matices intermedios en los que se ve que las personas son un cúmulo de dichos matices. Contradictorias, titubeantes, frágiles, influenciables, maleables, no solamente malvadas ni solamente bondadosas, inestables y que en momentos de desesperación, de crisis y de ceguera son capaces de realizar las acciones más execrables…
Los personajes a los que Kurosawa ha dado vida pueden ser tan despreciables como dignos de compasión o de lástima. Pero hay algo que está claro: ninguno es inocente. Ninguno sale bien librado de la quema.
En la derruida puerta del vetusto templo de Rashomon, se resguardan del diluvio tres hombres. Dos de ellos, un pobre campesino y un sacerdote budista, han sido testigos de unos sucesos que los han perturbado. El otro es un leñador escéptico, poco escrupuloso y dotado de un rudo sentido común que le ayuda a sobrevivir en la adversidad. Reflexionando sobre los hechos acaecidos, nos van narrando distintas versiones, cada una diferente de las demás. Lo que sí parece coincidir en todas las versiones es la muerte de un señor feudal en extrañas circunstancias y la huida de su esposa, que ha sido ultrajada por un famoso ladrón, al que se atribuye el asesinato del otro hombre. Poco a poco se va relatando la historia desde cuatro puntos de vista. Kurosawa no descarta ni siquiera la perspectiva del espíritu del hombre muerto, que habla desde el más allá para contar su propia visión.
¿Quién dice la verdad? ¿Quién miente? Imposible dilucidarlo. Probablemente cada uno cuenta la verdad que quiere ver… Y la que se le hace más soportable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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